Vivir el Evangelio
Siempre actual.
No es el Evangelio quien debe plegarse a los tiempos modernos, sino que son estos tiempos los que deben plegarse al Evangelio.
Efectivamente la Palabra de Dios es eterna y no puede cambiar. Por eso 
quien en estos tiempos quiere adaptar la Palabra de Dios, despojándola 
del sentido con que la ha interpretado siempre la Iglesia Católica, está
 cometiendo un gravísimo pecado.
Nosotros, por nuestra parte, debemos adaptar nuestra vida al Evangelio, y
 no decirnos: “Es muy exigente y por eso no lo trato de vivir”; porque 
si Dios ha hablado y ha pedido algo a los hombres, es porque los hombres
 podemos llevarlo a la práctica, no ciertamente solos, sino con la ayuda
 de Dios, que Él a nadie niega.
Dios conoce al hombre porque lo ha creado, y sabe muy bien los límites 
que tiene, y si manda cumplir su Palabra, es porque el hombre puede 
hacerlo.
Hagamos el propósito de leer cada día uno o más capítulos del Santo 
Evangelio, hasta que con el tiempo lo sepamos bien, porque sus máximas y
 enseñanzas nos vendrán a la mente cada vez que debamos dar algún buen 
consejo, o tomar una decisión importante, y también para defender 
nuestra fe ante los enemigos de Dios o los herejes.
Llenemos nuestro tiempo cotidiano con la lectura de la Palabra de Dios, porque es Dios mismo que nos habla a través de ella.
Y tratemos de llevar a la práctica lo que leemos y meditamos, porque el 
que no vive como piensa, termina pensando como vive; es decir que el que
 no lleva a la práctica lo que estudia y medita, al final terminará 
pensando según su forma desordenada de vivir.

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