Vivir el Evangelio
Qué se dice.
Cuando
 uno oye lo que alguien dice, no debe guiarse por quién es el que lo 
dice, sino que más bien debe prestar atención a qué es lo que dice esa 
persona. Porque por ejemplo hoy en día hay teólogos, que supuestamente 
tienen mucho estudio, pero que no dicen la verdad, sino que mezclan la 
verdad con el error. En cambio cuántas personas sencillas y sin 
conocimientos teológicos, los aventajan en el camino de la Sabiduría, 
que gusta revelarse a los pequeños, y esquiva a los humanamente doctos.
El
 Evangelio es un claro ejemplo de ello, puesto que los pastores de 
Belén, aventajaron muchísimo a los fariseos, doctores y escribas, que no
 entraron ellos en el Reino, e impidieron que otros entraran.
Y
 Jesús mismo, a pesar de ser el Hijo de Dios, el Verbo encarnado, tuvo 
que padecer la desconfianza de los hombres y de sus mismos compatriotas,
 por el hecho de su origen humilde y por ser “galileo”, es decir, de una
 zona despreciada de Israel, y por ser “el hijo del carpintero”.
Si
 queremos vivir bien el Evangelio, debemos tener en cuenta estas cosas y
 no dejarnos llevar ni guiar por los títulos que tienen las personas, 
sino por lo que dicen, porque por las palabras y, sobre todo, por las 
obras, es como se conoce a los hombres, puesto que Jesús nos ha enseñado
 a reconocer al árbol por sus frutos.
Hay que quedarse con lo bueno, lo diga quien lo diga; y hay que evitar y descartar lo malo, lo diga también quien lo diga.
 

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