Las postrimerías.
"Meditare Novissima tua et in aeternum non peccabis" (Ecli 7, 40)
"Recuerda tus postrimerías, y nunca pecarás"
MUERTE - JUICIO - INFIERNO - CIELO
MUERTE:
Dios
no ha creado la muerte, sino que ésta vino por el pecado del hombre y
es como su salario, por eso los hombres no estamos preparados para
morir, ya que tenemos deseos de eternidad y nos repugna la muerte. Pero
ésta llegará inexorablemente, y por eso es mejor prepararse a dar ese
paso tan importante, ese salto a la eternidad del cual dependerá nuestro
destino eterno.
La muerte no se puede esquivar ni posponer, ya que Dios la ha fijado desde toda eternidad y Él sabe en qué momento sucederá, aunque no lo sabemos nosotros, que siempre tenemos que estar preparados, viviendo en gracia de Dios y nunca en pecado mortal.
La muerte no se puede esquivar ni posponer, ya que Dios la ha fijado desde toda eternidad y Él sabe en qué momento sucederá, aunque no lo sabemos nosotros, que siempre tenemos que estar preparados, viviendo en gracia de Dios y nunca en pecado mortal.
JUICIO:
Pero
lo más importante luego de la muerte es el Juicio de Dios, el Juicio
particular, cuando estemos nosotros solos ante la Majestad de Dios, que
llevará a juicio todas nuestras acciones, palabras, pensamientos y
omisiones.
Está el juicio particular que cada uno sufre inmediatamente después de la muerte, y el Juicio Final, que sucederá al fin del mundo, cuando el Señor resucite a todos los hombres, desde Adán y Eva hasta el último que haya existido. Terrible momento ese, donde quedará patente a todo el universo quién era el que estaba en lo correcto y quién fue el verdadero fracasado.
Está el juicio particular que cada uno sufre inmediatamente después de la muerte, y el Juicio Final, que sucederá al fin del mundo, cuando el Señor resucite a todos los hombres, desde Adán y Eva hasta el último que haya existido. Terrible momento ese, donde quedará patente a todo el universo quién era el que estaba en lo correcto y quién fue el verdadero fracasado.
INFIERNO:
Y
los que mueran en pecado mortal, inmediatamente serán precipitados en
el Infierno eterno, que como define la Santa Madre Iglesia es “todo mal
sin mezcla de bien alguno”.
Pensemos un poco y hagamos de cuenta que el Infierno sólo fuera un simple dolor de muelas, e imaginemos que ese dolor de muelas durará por un año. ¡Sería muy duro soportarlo! ¡Pero si nos enteramos que ese dolor de muelas nos durará toda la vida, sería terrible!
¡Más tremendo y descabellado sería si ese dolor de muelas se prolongaría para siempre, para toda la eternidad!
Bueno, pensemos que el Infierno, que es eterno, no es un simple dolor de muelas, lo cual ya sería espantoso.
Ojalá estas consideraciones nos hagan recapacitar y volver al buen camino, haciendo una sincera confesión con el sacerdote y dejar de lado el pecado que día a día nos acerca más al Abismo Infernal.
Pensemos un poco y hagamos de cuenta que el Infierno sólo fuera un simple dolor de muelas, e imaginemos que ese dolor de muelas durará por un año. ¡Sería muy duro soportarlo! ¡Pero si nos enteramos que ese dolor de muelas nos durará toda la vida, sería terrible!
¡Más tremendo y descabellado sería si ese dolor de muelas se prolongaría para siempre, para toda la eternidad!
Bueno, pensemos que el Infierno, que es eterno, no es un simple dolor de muelas, lo cual ya sería espantoso.
Ojalá estas consideraciones nos hagan recapacitar y volver al buen camino, haciendo una sincera confesión con el sacerdote y dejar de lado el pecado que día a día nos acerca más al Abismo Infernal.
CIELO:
Y el Cielo es, como lo define la Iglesia Católica: “Todo bien sin mezcla de mal alguno”.
No podemos imaginarnos lo que es el Cielo. Pero la Virgen ha dicho en uno de sus mensajes que si los hombres supiéramos lo que es el Paraíso, haríamos “cualquier cosa” para ir allí.
Y “cualquier cosa” significa que nos entregaríamos a las más duras penitencias y renuncias, mortificaciones y sacrificios, con tal de ir al Cielo a gozar de esa Felicidad que “ni ojo vio, ni oído oyó, ni vino jamás a la mente del hombre”, como bien lo ha dicho el Apóstol.
No podemos imaginarnos lo que es el Cielo. Pero la Virgen ha dicho en uno de sus mensajes que si los hombres supiéramos lo que es el Paraíso, haríamos “cualquier cosa” para ir allí.
Y “cualquier cosa” significa que nos entregaríamos a las más duras penitencias y renuncias, mortificaciones y sacrificios, con tal de ir al Cielo a gozar de esa Felicidad que “ni ojo vio, ni oído oyó, ni vino jamás a la mente del hombre”, como bien lo ha dicho el Apóstol.
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