Lectura espiritual
La Madre Celestial premia la virtud
Un caso curioso me viene a la memoria: Una muchacha de veintiún años
mantenía relaciones amorosas con un joven de veintitrés años. Y un día
me dijo ella, muy apenada, que ese joven no iba ya a verla, por lo que
se sentía triste y desesperada.
Le pregunté cuál fuese el motivo de ese apartamiento del joven de que me
hablaba, y entonces me declaró lo siguiente: “Porque él había empezado a
molestarme, pretendiendo consintiera algunas libertades que no me
gustan; y le dije que hablaba con él porque le creía un hombre formal y
respetuoso, y me disgustaban las excesivas libertades entre nosotros,
pues yo siempre suspiraba por llegar al matrimonio con un hombre que
supiera respetar a la novia hasta ese día.”
“El que yo dijera esto, le disgustó y se fue; y pasa el tiempo y no
vuelve. Y esto me entristece y apena, porque, en verdad, yo le quiero
mucho, puesto que lo creo bueno en el fondo.
¡No sé qué hacer, Padre! Aconséjeme...”
Le di una estampa de las tres Avemarías, diciéndole que encomendara su
problema de amor a la Santísima Virgen, y no se acostara ningún día sin
rezarle las tres Avemarías.
Pasó algún tiempo, y la muchacha perseveraba en el rezo y la confianza
en la Madre de Dios; y un día, estando aquélla pensando precisamente en
el joven que la tenía enamorada, se presentó éste en su casa, pidiéndole
perdón por su mal comportamiento anterior y prometiéndole que en
adelante se portaría como novio que sabe respetar a la novia, y
manifestando su deseo y propósito de casarse cuanto antes.
Ella, contentísima, me visitó, diciendo: “Padre: esto ha sido un
prodigio de la práctica de las tres Avemarías. ¡La Virgen me ha
escuchado!... ¡Le he contado a él lo ocurrido, y ahora no dejamos los
dos de rezar diariamente las tres Avemarías, a la vez que con la natural
alegría e ilusión preparamos la celebración de nuestro matrimonio para
el mes de agosto de este año”...
¡Veis aquí otra “pequeña maravilla” de la Santísima Virgen, realizada en
favor de quien la invocó con fe y confiadamente rezándole uno y otro
día las tres Avemarías!...
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