Vivir católico
Soldados de Cristo.
La Confirmación nos ha hecho soldados de Cristo. Porque Dios es llamado
en el Antiguo Testamento el Dios de los Ejércitos, y si hay ejércitos,
es porque hay guerra.
Sí, desde el principio del tiempo hay un combate entre el ejército de
Dios y el ejército del Maligno, y nosotros los cristianos, y
especialmente los Confirmados, participamos o debiéramos participar
activamente en esta batalla.
La Confirmación nos ha marcado con un carácter de guerreros de Dios, y
no se trata de usar armas materiales, sino de empuñar las armas
espirituales, que son las que deben emplearse en esta tremenda batalla.
Estas armas son la oración, la penitencia, la recepción de los
Sacramentos, el uso de los sacramentales como el agua bendita, los
exorcismos como la oración al Arcángel San Miguel, y una constante
vigilancia para no ser enredados en las astucias del demonio que quiere
vencernos en el tiempo y en la eternidad.
Un error muy grave de muchos sacerdotes de hoy, es decir que los
cristianos somos sólo “peregrinos”, en lugar de decir que somos
“militantes”, porque nuestra estirpe como cristianos debe ser la estirpe
guerrera, porque tenemos un enemigo formidable que es el demonio y
todos sus ángeles, a los que se le unen los hombres perversos, la moda
corrompida, y este mundo de pecado que quiere llevarnos a la perdición.
Es tiempo de despertar y empuñar las armas que nos enseñó Jesús, que son
especialmente la oración y el sacrificio, armas que vencen siempre a
Satanás, y que el mundo de hoy no quiere o no sabe utilizar, y así en
gran número los hombres terminan condenados en el fondo del Infierno.
Ya lo dice el Señor al Padre Octavio Michelini, que nos estamos
encaminando a una lucha entre el Bien y el Mal, solo comparable a la
lucha que hubo al principio del tiempo entre San Miguel Arcángel y el
ejército celestial contra Lucifer y los ángeles rebeldes. Y ya se va
viendo cómo en el mundo cada día se hace más áspera esta lucha, que
pronto será abierta y completa, donde se involucrarán todas las fuerzas
del Bien y del Mal.
Es tiempo de despertar, de sacudir el sopor de nuestras mentes y
entablar el buen combate contra los tres enemigos del alma: mundo,
demonio, y carne.
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