Rayos de Fe
Conocer a Dios.
Este
 es el objetivo que cada hombre debería proponerse con la ayuda de la 
gracia: Conocer a Dios. Porque de ello depende todo lo demás.
Si
 conocemos a Dios, podremos amarlo, porque nadie ama lo que no conoce, y
 si tenemos que cumplir el primer mandamiento que dice que debemos amar a
 Dios sobre todas las cosas, entonces es necesario que conozcamos a ese 
Dios que tenemos la obligación de amar.
¿Y cómo conocer a Dios?
Conociendo
 a Jesucristo, porque como Él mismo lo ha dicho, quien lo ve a Él, ve al
 Padre, ya que el Padre está en Él y Él está en el Padre, y son una 
misma cosa con el Espíritu Santo.
Leamos y meditemos el Evangelio, porque no hay otro camino para conocer a Dios, que estudiar lo que hizo y dijo Jesucristo.
Hoy
 se leen infinidad de libros más o menos buenos. Algunos son realmente 
malos, incluso religiosos pero lleno de herejías. Dejemos de lado esos 
libros y leamos más el Evangelio, no sin antes invocar al Espíritu Santo
 para que nos lo ilumine, porque nada de lo que hizo o dijo el Señor es 
inútil o sin un motivo.
Tengamos
 más amor por la Palabra de Dios, también por el Antiguo Testamento. 
Leamos todos los días un texto de la Biblia, siguiendo las directrices 
de interpretación que nos da la Iglesia Católica, y así iremos 
conociendo a este Dios que es todo Misericordia.
Pero
 también tenemos otro modo de conocer a Dios y es a través de la 
Creación. Sí, a través del universo creado podemos conocer la bondad y 
amor del Creador.
Otro
 camino es considerar nuestra vida, todo lo que Dios ha hecho por 
nosotros desde que fuimos concebidos en el seno materno, y ver la mano 
providente y amorosa de Dios en los acontecimientos de la vida.
También
 conoceremos a Dios a través de la oración, del rezo del Rosario, 
meditando los misterios de Jesús y de María, y hablando con Dios, ya que
 Él mismo nos irá comunicando luces y gracias con las que tendremos una 
experiencia de Dios y lo conoceremos más profundamente.
Cuanto
 más lo conozcamos, tanto más lo amaremos, porque con Dios no sucede 
como con los hombres, que cuando conocemos más a una persona a veces nos
 desilusionamos; sino que con Dios, cuanto más lo conocemos, tanto más 
nos enamoramos de Él, más perfecto aparece a nuestro ojos y más digno de
 amor. Y en esto no hay límite. Es más, si Dios por su bondad nos 
mostrara aunque sea una partecita de lo que Él es, ya quedaríamos 
arrebatados, arrobados por su belleza y nos encenderíamos en amor hacia 
Él.
El que no ama a Dios es porque no lo conoce bien, ya sea porque no lo quiere conocer o tiene una idea equivocada de Él.
Por
 eso es tan útil que cuando nosotros lo conozcamos más profundamente por
 la oración, la meditación y le lectura de su Palabra, también lo demos a
 conocer a nuestros hermanos que poco o nada conocen de Él, así lo 
amarán también como nosotros y serán felices ya en la tierra, y luego 
para siempre en el Cielo.
 

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