Evangelio del día.
martes 8/MAY/18.
Jn 19, 25-27.
Nuestra Señora de Luján. Patrona de la Argentina.
Junto
a la cruz de Jesús, estaban su madre y la hermana de su madre, María,
mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella
al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: “Mujer, aquí tienes a tu
hijo”. Luego dijo al discípulo: “Aquí tienes a tu madre”. Y desde
aquella Hora, el discípulo la recibió como suya.
Reflexión:
Hoy en Argentina celebramos a Nuestra Señora de Luján, que es la Patrona de nuestra nación.
Y
en este pasaje del Evangelio vemos cómo el Señor, en el momento más
crítico de su misión, entrega a su Madre al apóstol amado, y en él, nos
la entrega a todos los hombres.
Es
que María es verdaderamente nuestra Madre, porque es Madre de la gracia
de nuestra alma, y la gracia es la vida del alma, así que María es
verdadera Madre nuestra.
Dice
San Luis María Grignion de Montfort que a quien Dios lo quiere hacer
muy santo, lo hace muy devoto de María. Por eso nosotros debemos tener
una muy grande devoción y amor a la Santísima Virgen, que es como el
secreto que Dios nos da para que alcancemos el Paraíso en corto tiempo.
Sí, el devoto de María nunca se perderá y siempre saldrá vencedor contra todos sus enemigos.
Hoy
el demonio, valiéndose del ateísmo marxista, quiere sumergir con sus
errores a la Santísima Virgen y sus privilegios. Entonces ha llegado el
tiempo de que nosotros, sus hijos, la defendamos y la ensalcemos como
Ella se merece.
Porque
María es la que aplastará la cabeza de la serpiente infernal y la que
vencerá a este enorme Dragón rojo del comunismo que quiere dominar todo
el mundo.
Confiémonos
a María y confiemos ciegamente en Ella y en su protección y ayuda, que
no quedaremos defraudados ni confundidos, y por más que todo el Infierno
nos haga la guerra, con María saldremos triunfadores.
Pidamos
a la Santísima Virgen la gracia de acudir a Ella constantemente
implorando su auxilio y compartiendo la vida con Ella, preguntándole a
cada momento qué es lo que Ella quiere que hagamos, para que María nos
guíe a cumplir la voluntad de Dios y la misión que cada uno de nosotros
tenemos sobre la tierra.
Jesús, María, os amo, salvad las almas.
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