miércoles, 27 de abril de 2016

El pasado...

Vuelve a empezar

El pasado nos ata.
A veces no nos atrevemos a volver a empezar porque nos hemos quedado atados y anclados en el pasado, pues en él hemos cometido errores que no nos dejan ser felices hoy, ni comenzar una nueva vida.
Pero ¿pensamos que Dios, desde toda la eternidad, sabía que las cosas iban a suceder como sucedieron? ¿O acaso creemos que Dios no tenía previsto lo que hicimos mal? ¿No sabemos todavía que Dios escribe derecho en líneas torcidas? ¿Acaso Dios no sabe sacar el bien de todo el mal que se hace? Creerlo así es dudar de la omnipotencia de Dios.
Entonces recordemos y sepamos que todo lo que hemos hecho, por malo que haya sido, estaba en los planes de Dios, que Él lo sabía y que pondría todo el remedio para que nosotros lo pudiéramos solucionar. ¿Cómo? Dejándolo en la Misericordia de Dios, y lanzándonos hacia adelante, viviendo bien el momento presente, que es el que Dios nos regala para reparar y amarlo a Él, para borrar, con nuestro amor a Dios y a los hombres, lo malo que pudimos haber hecho.
Y recordemos que lo que Dios perdona, lo perdonan todos, incluso seres que ya han muerto. Así que, si todavía no lo hicimos, vayamos a confesarnos con el sacerdote católico, que tiene el poder de perdonar los pecados, y salgamos nuevos de esa confesión, sabiendo con seguridad que Dios ya nos ha perdonado, y todos los hombres nos han perdonado con Él.

martes, 26 de abril de 2016

Mensaje...

Mensaje de la Reina de la Paz (Medjugorje) con comentario

Viernes 26 de JUNIO de 1981. En respuesta a la petición de una señal, dijo:
"Bienaventurados aquellos que no ven y creen".
Y a Marija sobre el ayuno:
"...es necesario creer, rezar, ayunar y confesarse"
Comentario:
Aquí la Virgen nos da un mensaje que es como un resumen de lo que debemos hacer para salvarnos y ayudar a salvarse a nuestros hermanos: “Es necesario creer, rezar, ayunar y confesarse”. En estos tiempos hay una gran apostasía en la Iglesia Católica donde muchos fieles están perdiendo la fe. ¿Y por qué se pierde la fe? Porque no se reza. En la oración recibimos gracias para mantener viva la fe y aumentarla. Y tampoco ayunamos, es decir, no nos mortificamos o muy poco, y entonces al estar acostumbrados a no hacer ningún sacrificio, también nos cuesta ponernos a rezar, pues eso demanda una negación a nosotros mismos y a veces un vencimiento. Y en la confesión sacramental recibimos el perdón de Dios y nuevas fuerzas para rezar y ayunar y crecer en la fe. Además la confesión nos va curando de todo el mal que se fue acumulando en nuestra alma por los pecados pasados ya perdonados. Así que en esta sencilla frase tenemos todo un programa de vida que nos da nuestra Madre del Cielo. Hagamos el esfuerzo por llevarlo a cabo.
Reina de la Paz, ruega por nosotros.

lunes, 25 de abril de 2016

Tiempos...

Signos de los tiempos

La nueva Arca.
La Virgen en todas sus apariciones nos ha pedido que nos consagremos a su Corazón Inmaculado porque así estaremos resguardados de todo lo que debe suceder en el mundo. Nos acercamos al fin de los tiempos y al Reino de Dios que se establecerá en la tierra. Pero este Reino no vendrá sin una gran lucha entre el Bien y el Mal, pues Satanás, que domina hoy en el mundo, no soltará fácilmente su presa, y causará grandes calamidades en el mundo, antes de ser derrotado por María Santísima, que aplastará al demonio con su pie virginal. En estos tiempos el Corazón de María es similar al Arca de Noé, a la cual entraban todos los que querían salvarse del diluvio. Ahora también la nueva Arca es el Corazón de María, donde por medio de la consagración, debemos entrar todos los que queremos pasar a salvo los difíciles momentos que ya estamos viviendo y que se avecinan. Consagrados a la Virgen no debemos temer ningún mal porque Ella nos protegerá y nos dará ánimo, fuerza y coraje para ser fieles a Dios y esperar con alegría el glorioso Reino de Cristo que se establecerá en el mundo. Reino de paz, de justicia y de amor; el Reino que pedimos que venga a nosotros en el Padrenuestro.
¡Ven Señor Jesús!

domingo, 24 de abril de 2016

Pecadora...

De pecadores a santos

La pecadora.
Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa. Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume. Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlo con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: “Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!”. Pero Jesús le dijo: “Simón, tengo algo que decirte”. “Di, Maestro”, respondió él. “Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará más?”. Simón contestó: “Pienso que aquel a quien perdonó más”. Jesús le dijo: “Has juzgado bien”. Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: “¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no cesó de besar mis pies. Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies. Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados. Por eso demuestra mucho amor. Pero aquél a quien se le perdona poco demuestra poco amor”. Después dijo a la mujer: “Tus pecados te son perdonados”. Los invitados pensaron: “¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?”. Pero Jesús dijo a la mujer: “Tu fe te ha salvado, vete en paz”. (Lc 7, 36-50).
Comentario:
Dios aborrece el pecado; pero cuando un pecador se arrepiente de corazón, el Señor lo colma de gracias y dones por encima de lo que podía esperar, porque Él ha venido a la tierra por los pecadores, no por los justos, y ha derramado toda su Sangre preciosa para salvar lo que estaba perdido.
Hay más alegría en el Cielo por un pecador que se convierte, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. Trabajemos, entonces, por darle alegría a Dios, con nuestra propia conversión, saliendo del pecado con su ayuda, e invitando a otras almas a salir del pecado, con la oración, con el buen ejemplo, con los sacrificios ofrecidos y con la palabra, porque quien salva a un pecador del Infierno, se salva a sí mismo.
Nadie, por más malo y pecador que sea o se considere, queda excluido de la Misericordia de Dios. Y cuando más grande es la miseria del alma, tanto más derecho tiene a la Misericordia divina, que actúa donde hay miserias para consumir.
No hay que pecar jamás. Pero si tenemos la desgracia de pecar, no nos desalentemos ni desesperemos, porque Dios nos ama y ha venido a morir en la Cruz por nosotros, por mí. Y si tanto ha hecho por nosotros, no nos dejará ahora librados al poder del Infierno.
Confiemos en Dios y pidámosle hoy mismo, ahora mismo, perdón por nuestros muchos, tal vez muchísimos y graves pecados, ya que Él está esperando a sus hijos pródigos, como buen Padre misericordioso.

sábado, 23 de abril de 2016

Mensaje...

Mensaje de María del Rosario de San Nicolás con comentario

No tener miedo.
25-9-83 PM 00
Vi a la Virgen por primera vez.
29-9-83 PM 01
Volví a verla.
5-10-83 PM 02
La vi nuevamente.
7-10-83 PM 03
La vi y le pregunté qué quería de mí; se borró su imagen y apareció una Capilla. Comprendí que quería estar entre nosotros.
12-10-83 PM 04
Lo comenté con mi confesor.
13-10-83 (Primer Mensaje) PM 05
Apareció de nuevo y me dijo: "Has cumplido, no tengas miedo, ven a verme, de mi mano caminarás y muchos caminos recorrerás".
Me da a leer Ezequiel C. 2, V. 4 al 10.
4 Son hombres obstinados y de corazón endurecido aquellos a los que yo te envío, para que les digas:"Así habla el Señor".
5 Y sea que escuchen o se nieguen a hacerlo - porque son un pueblo rebelde - sabrán que hay un profeta en medio de ellos.
6 En cuanto a ti, hijo de hombre, no les temas ni tengas miedo de lo que digan, porque estás entre cardos y espinas, y sentado sobre escorpiones; no tengas miedo de lo que digan ni te acobardes delante de ellos, porque son un pueblo rebelde.
7 Tú les comunicarás mis palabras, sea que escuchen o se nieguen a hacerlo, porque son un pueblo rebelde.
8 Y tú, hijo de hombre, escucha lo que te voy a decir; no seas rebelde como ese pueblo rebelde: abre tu boca y come lo que te daré.
9 Yo miré y vi una mano extendida hacia mí y en ella había un libro enrollado.
10 Lo desplegó delante de mí, y estaba escrito de los dos lados; en él había cantos fúnebres, gemidos y lamentos.
Comentario:
La Virgen habla por primera vez un 13 de octubre, día de la última aparición de Fátima, indicándonos con ello que esta aparición de María en San Nicolás de los Arroyos, Argentina, es como la continuación de las apariciones de Fátima, Portugal. Y unas de las primeras palabras de la Virgen a Gladys son: “No tengas miedo”. Y esto nos lo dice a todos nosotros. No debemos tener miedo a pesar de todo el mal que hay en el mundo y de que parecería que el Maligno triunfa por todos lados y la humanidad está perdida. Si la Virgen nos dice que no debemos temer, hagámosle caso pues Ella sabe y ve todo en Dios, el pasado, el presente y el futuro; entonces fiémonos de Ella y vivamos confiados en su protección.
María del Rosario de San Nicolás, ruega por nosotros.

viernes, 22 de abril de 2016

Conversión...

Lectura espiritual

Ejemplo 3.
Una familia protestante se convierte al catolicismo
En la última sesión de un Congreso católico, celebrado en Lila (Francia), el sacerdote inglés P. Tuckwel habló de este modo:
“En una ciudad de Inglaterra residía una familia educada según la fe protestante.
De los varios hijos, el más pequeño, cuando contaba seis años, aprendió de unos amigos católicos el Avemaría.
Una tarde la recitó candorosamente delante de su madre, y ésta le reprendió y conminó a que nunca más pronunciara esas alabanzas a María, pues no era ella más que una mujer como todas las demás.
El niño, consecuente con la reprimenda recibida, no volvió a pensar ya en el Avemaría.
Pero, transcurridos bastantes días, y mientras esperaba a sus padres para ir al templo, tomó una Biblia y empezó a hojearla, encontrándose con el relato de San Lucas en que refiere la Anunciación.
El niño, al aparecer su madre, le muestra triunfante la página en que consta la salutación del Ángel a María, y dice:
–Ves, madre, el Avemaría está en la Biblia. ¿Por qué, pues, decís que no debe rezarse?
La madre, por única respuesta, le arrebató, enojada, el libro de sus manos, y le dijo:
–Cállate y no vuelvas a hablar más de esto.
No obstante, desde entonces, el niño repetía gustoso, en privado, las palabras leídas: “Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres”... Y meditando en esto se decía:
No es posible que María sea una mujer como las demás. Si así fuese, no le habría dicho el ángel lo que le dijo. Y esto está escrito en la Biblia, y según nos han enseñado en el Templo, la Biblia contiene la palabra de Dios.
Habiendo crecido el niño con esa convicción, y cumplido los trece años, surgió, en una velada familiar, otra vez la cuestión de la excelencia de la Virgen sobre las demás mujeres, y nuevamente se oyeron las voces de unos y otros rechazando la preferencia de María. Ante lo cual, el niño tomó la defensa de la Virgen, exclamando:
“¡No; no es verdad que la Virgen María sea igual a todas las mujeres, porque Dios ha puesto en los labios del Arcángel Gabriel la declaración de que “es llena de gracia” y de que es la destinada a Madre de Jesús, que es Dios hecho Hombre!...
¡Qué contradicción la vuestra!; decís que la Biblia es la regla de la religión y, sin embargo, no queréis reconocer lo que el sagrado Libro dice. Leed el canto de la Virgen: “Todas las generaciones me llamarán bienaventurada”... ¿Por qué vosotros os negáis a glorificarla como Madre de Dios?...”
El efecto de estas manifestaciones del joven fue terrible. Los padres estaban enfurecidos contra él. Y sus hermanos lo recriminaron.
Años después, el muchacho entró en el ejército de Su Majestad Británica y, libre de la potestad paterna, se convirtió al catolicismo.
Disfrutando en cierta ocasión unas vacaciones con su hermana mayor, que se había casado y tenía varios hijos, le censuró aquélla su fe católica, y añadió: “¿Ves a mis hijos? ¡Tú sabes cuánto los quiero! Pues bien; te aseguro que antes los mataría que consentir abrazasen esa religión”...
El hermano calló. Pero, a los pocos días, se dio el caso de que uno de los hijos de la joven que tan apasionada y enérgicamente había afirmado su anticatolicismo, contrajo una gravísima enfermedad (difteria) y corría inminentemente riesgo de muerte, porque la naturaleza del niño no respondía a los tratamientos aplicados por el médico.
Entonces, dijo a la madre su hermano:
–Ante esta situación desesperada en que estamos viendo que tu hijo se muere, olvida todo prejuicio y reza conmigo el Avemaría, implorando a la Virgen Santísima interceda y obtenga de Dios la salud del niño.
Y prométeme que si esto te concede el Cielo, examinarás serenamente la religión que yo practico, y si te convences de su verdad, me acompañarás en la misma.”
Resistió todavía un tanto la hermana; vaciló un rato, pero mirando la cama de su hijo enfermo y llorando angustiada, se dejó llevar por la esperanza de salvarlo, y se arrodilló junto a su hermano, recitando con él la salutación angélica.
Al siguiente día el niño estaba curado, con sorpresa del médico. Y la madre se mostró gozosa y agradecida a la Virgen, Madre de Dios, que con tanto poder, tan sabiamente y siempre tan misericordiosa, consuela a los afligidos.
A los tres meses de aquella curación, la familia entera era contada en el número de los católicos.
Y el hermano, que tanto bien contempló, dejando la vida militar, se hizo sacerdote.
Y ese sacerdote –terminó diciendo el P. Tuckwel– es el que os acaba de relatar todo esto”.

jueves, 21 de abril de 2016

Justicia...

Palabras de Jesús

Toda justicia.
Deja así, pues conviene que de este modo cumplamos toda justicia. (Mt 3, 15)
Comentario:
Jesús ha venido a la tierra a satisfacer la Justicia de Dios, la Justicia del Padre, y comienza su ministerio haciéndose bautizar por Juan Bautista, a pesar de que el Señor no tenía ninguna necesidad de ese bautismo. Pero Jesús sabe que ante la grandeza y majestad de Dios, uno siempre se debe considerar un pecador, y así se considera el Señor, aunque Él no tiene ningún pecado. ¿Y nosotros? ¿Queremos creernos que somos santos? ¡Qué lejos estamos de la humildad de Jesús! Y sin la humildad no llegaremos lejos en el camino hacia la santidad. Por eso tratemos de imitar al Señor que se hizo bautizar a pesar de no tener necesidad de ello, y nosotros vayámonos a confesar frecuentemente, por lo menos una vez por mes, como pide la Virgen en sus apariciones, pues aunque gracias a Dios tal vez no tengamos pecados graves, siempre hay pecados veniales o imperfecciones, y la confesión nos limpia y sana el alma de las heridas que han dejado los pecados ya perdonados.
Jesús, en Vos confío.