sábado, 29 de diciembre de 2012

Lo hiciste...


Lo hiciste en familia, Señor
 
Por Navidad, Señor, por Navidad,
quisiste aparecer en el seno de un hogar.
Como distintivo, no la cantidad, sino la unión.
Como  riqueza, no el dinero, y sí el ejemplo de José y de María.
Tu felicidad, Señor, no vino reflejada por la apariencia,
el oro, las perlas o la plata: fue el amor de tu familia nazarena.
En ella, en fracaso aparente y desprovisto de todo,
apareciste ante la gran indiferencia del pueblo.
En ella, en las horas de fracaso y soledad,
encontraste el amor sin tregua ni farsa.
En ella, en tus triunfos mesiánicos,
supiste ser ovacionado desde el silencio y la sencillez.
 
¡Lo hiciste en familia, Señor!
¿De dónde aprendiste el nombre de “Abba” “Padre”?
¿Quién te enseñó a distinguir entre el bien y el mal?
¿En quienes descubriste el don de la fe y el valor de la entrega?
¡En la familia, Señor!
¿No aprendiste todo ello en tu familia nazarena?
Hoy, en el colmado corazón de la Navidad,
nuestros ojos contemplan, el “tres en uno”,
Sí, Señor, tres personas unidas por un mismo amor.
Tres personas teñidas con el color de la pobreza.
Tres personas agasajadas por los que no tienen riqueza alguna.
Tres personas que, bajo el umbral del portal,
siguen siendo referencia y ejemplo de santidad y de fe.
Naciste, Señor, y lo hiciste en una familia;
pobre, pero amorosa y rendida a tu causa.
Sencilla, pero repleta de lo más importante: DIOS.
Temerosa, pero valiente en sus decisiones y riesgos.
Indiferente  para muchos, pero única ante los ojos del Señor.
¡En familia, Señor! ¡Quisiste  nacer en una familia!
 
P. Javier Leoz


Mensaje...

Mensaje a los Instrumentos de la Divina Misericordia

25 de marzo de 1981
Fiesta de la Anunciación del Señor
“Sí, Padre”
“Hijos predilectos, entregaos a Mí, y os llevaré a la perfecta docilidad, a la Voluntad del Padre.
Como lo fue para mi Jesús, así también en el proyecto de vida de cada uno de vosotros está escrito: “He aquí que vengo, oh Padre, a cumplir tu voluntad”. Vuestra Madre Celeste quiere hoy ayudaros a cumplir sólo y bien el divino Querer. Ésta es la Voluntad de Dios: Vuestra santificación.
Con vuestra santidad, depositáis en el altar del Señor una poderosa fuerza de imploración y de reparación.
¡Cuánto mal, cuántos pecados son reparados cada día por mis hijos predilectos que, conducidos por su Madre Celeste, recorren el doloroso camino de la propia santificación!
No miréis el gran mal que todavía se comete y difunde con los más refinados medios de comunicación social. Bajo las cenizas del inmenso desierto a que ha quedado reducido hoy este pobre mundo, brotan muchos renuevos de vida y de salvación.
Son las vidas desconocidas, escondidas, pero tan preciosas, de mis Sacerdotes, y de todos aquellos hijos míos, que cada día conduzco por el camino de la santidad.
Vuestro “sí” al querer del Padre se realice en el cotidiano esfuerzo de huir y libraros del pecado, para vivir en la gracia y en la plenitud del amor; en el esfuerzo de recogeros en la intimidad de oración y de vida con Jesús, de reflexión y de comprensión de su divina Palabra; en el interior sufrimiento, frente al gran abandono y soledad en que se encuentra el hombre de hoy.
Sí, Padre, a tu Querer, para que, así en la Tierra como en el Cielo, se haga solamente tu Voluntad.
Sí, Padre, a tu Querer, para que como en el Cielo, se haga también, tu Voluntad, aquí en la Tierra desierta y nunca como hoy tan amenazada.
Sí, Padre, a tu amor vilipendiado, a tu presencia ultrajada, a tu Palabra rechazada.
Sí, Padre, al don de inmensa misericordia que refulge en tu Hijo que, por el “sí” de la Virgen Madre, nos has dado para siempre: a Jesús salvación, a Jesús vida, a Jesús verdad, a Jesús fuente de la divina misericordia, a Jesús perfecta realización del divino querer.
Vuestro “sí”, hijos predilectos se deposite en el “sí” que la Madre Celeste repite perennemente a su Dios: para el cercano triunfo de mi Corazón Inmaculado en el triunfo de la misericordia y del amor, de la verdad y de la justicia.”


viernes, 28 de diciembre de 2012

Friday and weekend...


hola, buenos días para todos, deseándoles un hermoso viernes y feliz fin de semana, bendiciones y muchos besos, amén...

hello, good morning to all, wishing you a wonderful Friday and happy weekend, blessings and kisses, amen ...


Infancia...


La infancia espiritual

Aprendamos del Niño Dios. 
Dios se ha hecho hombre, se ha hecho niño, no por casualidad, sino para que aprendamos de Él a ser hombres y, sobre todo, a ser niños, porque sólo los que se hacen como niños entrarán en el Reino de los Cielos.
Contemplemos en la Navidad a este Dios que ha querido dejar su Cielo, para venir a la tierra y hacerse un pequeñuelo indefenso y necesitado de todo.
También nosotros, por el sólo hecho de ser criaturas humanas, estamos necesitados de todo y nos hace falta el auxilio continuo del Señor.
Reconozcamos ésta nuestra pobreza absoluta, que es una de las características de los pequeños, puesto que ellos no tienen riquezas sino que son sus padres quienes se las manejan. También nosotros pongamos nuestras riquezas materiales y espirituales en manos de Dios y de María, que son nuestro Padre y nuestra Madre del Cielo, y así Ellos sabrán proveernos de lo necesario sin que estemos nosotros mismos preocupados por ellas, sabiendo que nuestros tesoros están en buenas manos que no quedarán ociosas sino que nos los aumentarán de mil modos, para que tengamos una cuantiosa fortuna no sólo espiritual, sino también material cuando ello no sea obstáculo, antes bien sea una ayuda para nuestra salvación y santificación.


La Navidad...


La Navidad nos trae

Navidad nos trae.
La paz que el mundo es incapaz de ofrecer.
La fe que la ciencia intenta soslayar.
La esperanza que el hombre necesita para caminar.
La pequeñez que el mundo hace tiempo dejó de valorar.

Navidad nos trae.
La claridad para la noche del hombre.
El misterio de Dios hecho hombre.
La grandeza que vive en el cielo.
La humanidad que salta del corazón del Padre.

Navidad nos trae.
La certeza de que algo bueno tenemos los hombres.
La alegría musitada por los ángeles.
El resplandor que habita en el cielo.
El esplendor con que se ilumina la tierra.

Navidad nos trae.
El amor de un Dios que se lanza sobre la tierra.
El amor de un Dios que confía y vuelve a confiar en el hombre.
La mano de los que fueron adversarios.
El corazón de los que olvidaron que el amor le da vida.

Navidad nos trae.
El silencio de la noche más santa del año.
La soledad de un Dios que se deja adorar en la tierra.
El nacimiento de un Niño que nace entre pajas.
La humildad de un Dios que rompe esquemas.

Navidad nos trae.
El gozo y el encanto de esperar y de creer.
La seguridad de que no estamos solos.
La emoción de escuchar el palpitar de un Señor en Belén.
La oración con la que respondemos a tan gran regalo.

P. Javier Leoz


jueves, 27 de diciembre de 2012

Aprender a rezar...

Los Papas hablan de la oración
Aprender a rezar.

Pero sabemos bien que rezar tampoco es algo que pueda darse por supuesto. Es preciso aprender a orar, como aprendiendo de nuevo este arte de los labios mismos del divino Maestro, como los primeros discípulos: «Señor, enséñanos a orar» (Lc 11,1). (Beato Juan Pablo II - Novo Millennio Ineunte)

Comentario:

Tenemos que aprender a rezar, porque de la oración y de su eficacia depende nuestra vida y la vida de nuestros seres queridos y del mundo entero. Efectivamente en esta vida necesitamos constantemente de la ayuda de Dios para salir victoriosos de todas las pruebas que nos pone el demonio. Y entonces tenemos que recibir gracias de Dios, y éstas se obtienen ordinariamente por la oración, ya que Dios así lo ha dispuesto. Si no rezamos, no esperemos obtener nada de Dios, no esperemos salir vencedores en las pruebas de la vida. Pero para rezar, hay que rezar. Y no es un juego de palabras, sino que a rezar se aprende rezando, no hay otra forma.
Se puede decir que la oración es ese tesoro escondido en un campo, que encuentra un hombre, y vende todo lo que posee y compra aquel campo. Porque con la oración lo tenemos todo resuelto, y cuanto mejor oremos, tantas más cosas obtendremos para nosotros, para los nuestros y para la tierra entera, porque quien ora tiene al mismo Dios consigo, y es en cierta manera omnipotente, porque la oración bien hecha obtiene todo de Dios.
Toda nuestra vida debe ser un crecer en la oración, un avanzar en el trato personal y amoroso con Dios, ya que eso es la oración, que a veces se hace con palabras y oraciones ya hechas, y a veces sólo con palabras nuestras o simples suspiros del corazón, miradas de amor al Santísimo, besos a los crucifijos, y todo acto de amor a Dios y al prójimo es oración.
Un soldado que está en la guerra debe aprender a usar bien sus armas. Un cristiano está en guerra contra el Infierno, y una de las armas más eficaces que debe aprender a usar es el arma de la oración.


Escuchar...


¡Escuchad! En el Año de la Fe
 
Apaguemos las luces del mundo, para que allá al fondo,
en la oscuridad de la vida, aparezca la estrella.
 
¿Qué tengo que ver yo contigo, Señor?
pregunta la estrella a Dios
Tendrás mucho que ver, si guías a los hombres
al que es Salvación.
Encendamos pues, hermanos, la estrella de la fe;
dejémonos guiar y seducir por ella,
su resplandor nos dejará cara a cara con Cristo.
 
¡Luce! ¡Brilla en lo más alto divina estrella!
Para que, mirándote a ti, sólo a ti,
no vea ni descubra a nadie que no sea sino a Dios.
Apaguemos, disipemos las luces del mundo,
todo lo que distorsiona nuestras miradas,
aquello que distrae nuestro buscar al Señor.
Viene el Señor y, lo bueno de todo,
es que se arrima pequeño, humilde y humanado.
El Dios que tanto habló a los reyes y a los profetas,
en Belén, en esta hora misteriosa,
no silabea, no dice nada… pero lo dice todo: AMOR
Amor por el hombre: y baja del cielo.
Amor por el hombre: y nace en la tierra.
Amor por el hombre: y gime en un portal.
 
¡Escuchad, hermanos, oíd!
Son los ángeles que anuncian la gran noticia
a un mundo que, hoy como entonces,
a Dios le cuesta acoger y recibir.
Son los ángeles quienes, con trompetas afinadas,
con diapasón angelical,
nos marcan el sendero que conduce hasta Belén.
 
¡Vayamos! ¡Corramos! ¡Postrémonos y adoremos!
Amortigüemos las luces del mundo,
porque, las luces artificiales,  frente al lucero divino,
no son nada, son inseguras y nos alejan de Dios.
Que, en este Año Santo de la Fe,
el Señor, aguarda con más pequeñez que nunca:
nuestra fe y nuestra adoración,
nuestra confianza en Él y nuestra inquietud apostólica.
Que, en este Año de la Fe,
el Niño busca pregoneros de su presencia y de su amor,
para que su MISTERIO nunca se olvide.
 
P. Javier Leoz