sábado, 27 de diciembre de 2014

Reflexión...

Por la cruz a la luz.

Estamos en tiempo de Navidad y la Iglesia nos hace poner la mirada en dos martirios, el de San esteban, primer mártir, y el de los Santos Inocentes.
Y es que la vida del Señor siempre estuvo asechada por el mal porque Él es Dios, y en el mundo reina Satanás, que odia a Dios y a la Verdad.
Pero la Iglesia nos quiere recordar con esto que la felicidad completa no puede estar en la tierra, que siempre para llegar a la gloria hay que pasar por la cruz.
También el Señor, en la alegría de la Última Cena, donde instituyó la Eucaristía, tuvo que soportar la traición y el desamor.
Recordemos esto nosotros los católicos, para no hacernos ilusiones de que podemos ser cristianos sin cruz, tenemos que aprender esta verdad, porque sólo pasando por la cruz, llegaremos a la luz.
Siempre en todo dolor, habrá una veta de consuelo, como en el tiempo de Cuaresma está la Transfiguración del Señor; y en el tiempo de Navidad aparecen estos martirios, recordándonos que nuestra morada es el Cielo, que el Paraíso nunca podrá estar en la tierra, y que la tierra no puede dar una felicidad que ella no posee, porque los hombres fuimos creados con hambre de felicidad eterna, y la tierra no nos la puede dar.
Los Santos entendían esto, y es por ello que amaban las cruces y nunca se envalentonaban cuando todo les iba bien y sonreía, ni se desanimaban y desesperaban cuando las cosas se ponían muy difíciles.

Confiemos en Dios y seamos humildes, que Dios no nos negará su ayuda, para que podamos vivir este tiempo de Navidad con mucha alegría, pero recordando que el Niño Dios ha nacido para morir y resucitar, y que también nosotros debemos pasar por la muerte y la resurrección.

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Noche Buena y Navidad

Un año más listos para celebrar,
nuevamente la familia nos volvemos a encontrar
en esta fecha hermosa y totalmente especial,
celebramos todos juntos noche buena y Navidad…

No sufras ni llores por los que con nosotros ya no están
seguro en nuestra mesa también vendrán a celebrar,
y estarán a la derecha de Jesús padre celestial
viviendo la grandeza de la vida eterna y celebrar,
las fiestas más bonitas, noche buena y Navidad…

Esta noche es hermosa, la más hermosa y especial
está llena de alegría de paz y felicidad,
tenemos la certeza de que en el mundo hay hermandad,
todos juntos celebramos noche buena y Navidad

Amén...


domingo, 21 de diciembre de 2014

Mensaje...

Mensaje de conversión
Bagatelas. 
¡Qué astuto que es el demonio, que nos entretiene con bagatelas, con tal de que no pensemos en nuestra vida espiritual y que no recemos! Él hace de todo para distraernos, y si no estamos vigilantes, poco a poco nos va atando con preocupaciones, ocupaciones y actividades que incluso parecen impostergables, pero que sólo nos quitan el tiempo para la oración y la vida interior.
Estemos atentos porque ya el Señor ha dicho en su Evangelio que sin Él no podemos hacer absolutamente nada. Y a Él lo tenemos por medio de la gracia santificante, por la Comunión eucarística y por la oración.
Así que si queremos hacer apostolado y trabajar por la gloria de Dios, está bien que tengamos actividades y proyectos, pero sin olvidar el centro de todo: Jesús, Dios, la vida interior, la oración, porque de lo contrario trabajaremos en balde y no cosecharemos frutos.
Especialmente con la vida moderna el diablo nos busca multitud de intereses que atender, y así somos desviados paulatinamente del camino del bien.
¡Atención! porque ningún santo se hizo santo sin oración, ¡y mucha, muchísima oración! Y ninguno de ellos realizó grandes obras para la gloria de Dios y bien de las almas, sin una gran vida interior.
Por eso pensemos a ver en qué estamos ocupando nuestro tiempo y demos a cada cosa su lugar: el primero a la oración, porque sin oración pronto seremos cadáveres en el alma, y fáciles presas de Satanás.

domingo, 14 de diciembre de 2014

Evangelio del día...


domingo 14/DIC/14

Evangelio del día 

Jn 1, 6-8. 19-28. 
Domingo 3º de Adviento. 
Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino el testigo de la luz. Éste es el testimonio que dio Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde Jerusalén, para preguntarle: “¿Quién eres tú?”. Él confesó y no lo ocultó, sino que dijo claramente: “Yo no soy el Mesías”. “¿Quién eres, entonces?”, le preguntaron. “¿Eres Elías?”. Juan dijo: “No”. “¿Eres el Profeta?”. “Tampoco”, respondió. Ellos insistieron: “¿Quién eres para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?”. Y él les dijo: “Yo soy una voz que grita en el desierto: Allanen el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías”. Algunos de los enviados eran fariseos, y volvieron a preguntarle: “¿Por qué bautizas, entonces, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta?”. Juan respondió: “Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay alguien al que ustedes no conocen: Él viene después de mí, y yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia”. Todo esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba. 
Reflexión: 
Juan el Bautista tenía la misión de preparar al pueblo de Israel para la venida del Mesías, para la venida del Reino de Dios. Y ahora nosotros tenemos los católicos tenemos una misión similar a la de él, que es la de preparar el mundo a la Segunda Venida de Cristo, que no sabemos cuándo acontecerá pero que está siempre próxima, pues Jesús nos dice en el Apocalipsis: “Vuelvo pronto”. Entonces nosotros, con nuestras buenas obras y evangelizando, preparamos el mundo a esta venida de Jesús. Pero Jesús también viene al final de la vida de cada hombre; con la muerte individual llega el juicio a cada hombre, y por eso debemos prevenirlos para que vayan preparados al encuentro de Cristo, es decir para que estén en gracia de Dios para ese momento tan importante de la vida, que es la muerte, y que es el momento que decide nuestro destino eterno: Cielo o Infierno.
Pidamos a la Santísima Virgen la gracia de ser imitadores de Juan el Bautista y ayudar a los hombres a encontrar a Dios, y no ser motivo de escándalo y de que los hombres se alejen de Dios.
Jesús, María, os amo, salvad las almas.

Oraciones...

Mensaje sobre el Purgatorio
Oración por las almas del purgatorio 
Una noche Jesús me pidió que orara por las almas del purgatorio. Eran las cuatro y media y yo quería terminar de escribir mi diario, cuando Jesús me dijo:
–Hija mía, aunque respeto tu cansancio, quiero pedirte que no te vayas a dormir hasta que pongas por escrito el estado de sufrimiento de las almas del purgatorio. Yo quiero que mis hermanos sacerdotes se unan a la cruzada de oración en favor de las almas que sufren en el purgatorio. Ahora quiero aliviar a aquellas que durante su vida con frecuencia me pidieron a Mí y a mi Madre, en la oración, que tuviéramos piedad de ellas en el momento de su muerte y cuando estuvieran en el lugar del sufrimiento.
Jesús me llevó entonces a un lugar tan grande que yo no podía ver el final. Aunque el lugar estaba oscuro, las almas allí parecían estar calmadas. Había un sinnúmero de almas: llevaban ropa negra y estaban arrimadas unas a otras. Todas parecían inmóviles, sin palabras y muy tristes. Mi corazón casi se quebraba al verlas así. Supe que estas almas no recibían ayuda alguna de nadie en la tierra, ni oración, ni sacrificios. Sabían que la hora de su liberación no había llegado todavía pero confiaban en que no dilataría mucho.
Después de eso Jesús me llevó a otro lugar similar. Allí las almas tiritaban en sus túnicas negras. Pero cuando me vieron entrar con Jesús, todas empezaron a agitarse. Yo tenía mi rosario en la mano para rezar por ellas. Cuando vieron el rosario, todas empezaron a gritar: “¡Rece por mí, querida hermana, rece por mí!” y trataban de sobreponer su voz, gritando más fuerte, solicitando mis oraciones, como una nube de abejas. Aunque todas gritaban a un tiempo, yo podía distinguir la voz de cada una. Reconocí a muchas entre ellas, personas a las que conocí cuando estaban en la tierra. Vi a algunas religiosas de otras órdenes y también de la mía. Me espanté cuando una madre superiora se volteó hacia mí y me pidió humildemente que rezara por ella.
Después de esto, una religiosa, conocida mía, con sus manos juntas y tocando mi rosario, me suplicó: “¡Por mí, por mí!”, mientras un extraño sudor, no sé si en el alma o en el cuerpo, corría sobre ella.
Después Jesús me llevó a un tercer lugar donde había un sinnúmero de religiosas, paradas y sin movimiento, mientras un fuerte sudor corría sobre ellas. Se volvieron hacia mí y me suplicaron que rezara el rosario por ellas. En ese lugar había luz. Yo pensé: “¿Por qué será que ellas me piden el rosario?” Entonces Jesús me mostró un rosario, en el que en vez de las cuentas había flores y en cada flor vi brillar una gota de la Sangre de Jesús.
Cuando decimos el rosario, las gotas de la Sangre de Jesús caen sobre la persona por quien lo ofrecemos. Las almas del purgatorio están implorando continuamente la Sangre salvadora de Jesús. 
(“La Victoriosa Reina del Mundo” – Sor Natalia Magdolna)