viernes, 13 de julio de 2018

Imposibles...

No hay imposibles para Dios.

Cuando el Ángel Gabriel le pidió a María Santísima su consentimiento para ser la Madre de Dios, le dijo también que para Dios no hay nada imposible. También Jesús en varias partes del Evangelio dice que para Dios todo es posible. 
Siendo esto así, entonces ¿a qué se debe que vamos por la vida tan abatidos y preocupados, entristecidos y angustiados, si sabemos que Dios todo lo puede y nos ama? 
Lo que sucede es que somos débiles en la confianza. No tenemos confianza en Dios y en su omnipotencia, y por eso estamos tristes porque las cosas nos van mal. Pidamos a Dios con confianza que remedie nuestros problemas, que alivie las situaciones difíciles, porque Él puede hacerlo, Dios puede hacerlo TODO, basta que nosotros, por nuestra parte, tengamos ilimitada confianza en Él. 
Si ponemos nuestra confianza en Dios, y meditamos frecuentemente esta verdad de que Dios hace lo que quiere y que no hay imposibles para Él, entonces estaremos contentos suceda lo que suceda, porque si hemos pedido y rogado a Dios con insistencia y confianza, estaremos seguros que Dios nos proveerá de lo necesario y que todo lo que suceda, o que Dios permita que suceda, será un bien. 
Tengamos más confianza en Dios, porque la confianza en Dios lo es todo, ya que quien confía en Él, es la persona más feliz, porque sabe que su vida y la vida de sus seres más queridos, están en las manos del Señor, que nos ama, y para quien no existen imposibles. 
Pidamos insistentemente y con ilimitada confianza lo que necesitamos, porque Dios tiene todo el poder para realizarlo. Él quiere darnos la felicidad, especialmente la Felicidad del Cielo, que para alcanzarla a veces tendremos que pasar sufrimientos en este mundo. Pero roguemos a Dios que nos alivie la cruz a nosotros y a quienes amamos, y Dios escuchará. Él todo lo puede, basta que confiemos.

jueves, 12 de julio de 2018

Evangelio del día...

Evangelio del día.

jueves 12/JUL/18.
Mt 10, 7-15.
La paz, signo de Dios.
Jesús envió a sus doce apóstoles, diciéndoles: Por el camino, proclamen que el reino de los cielos está cerca. Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente. No lleven encima oro ni plata, ni monedas, ni provisiones para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón; porque el que trabaja merece su sustento. Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, busquen a alguna persona respetable y permanezcan en su casa hasta el momento de partir. Al entrar en la casa, salúdenla invocando la paz sobre ella. Si esa casa lo merece, que la paz descienda sobre ella; pero si es indigna, que esa paz vuelva a ustedes. Y si no los reciben ni quieren escuchar sus palabras, al irse de esa casa o de esa ciudad, sacudan hasta el polvo de sus pies. Les aseguro que, en el día del Juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas menos rigurosamente que esa ciudad.
Reflexión:
Los apóstoles, al entrar en una casa, debían saludar invocando la paz sobre ella. Y es que la paz es el signo cierto de la presencia de Dios. Jesús es el Príncipe de la Paz. En cambio donde está el demonio siempre hay odio, guerra, perturbaciones, etc. Esta es una regla para descubrir si es Dios el que está actuando en nuestra alma o es el enemigo. Si sentimos paz, es Dios; si sentimos inquietud o perturbación, es el demonio. Porque el enemigo trata de hacernos pecar, pero si no lo logra, intenta hacernos perder la paz y la serenidad. Por eso seamos astutos y no nos dejemos engañar por esto, sino que cuando vemos que un pensamiento nos intranquiliza o perturba, desechémoslo inmediatamente y acudamos a Jesús y a María con una sencilla oración o jaculatoria para que nos ayuden a rechazar esos ataques.
Pidamos a la Santísima Virgen la gracia de cuidar y alimentar nuestra paz interior y no dejárnosla arrebatar por el tentador, que quiere llevarnos a la desconfianza y a la desesperación.
Jesús, María, os amo, salvad las almas.

miércoles, 11 de julio de 2018

Sto Evangelio...

JA
JMJ
Pax
Vayan en busca de las ovejas perdidas de la casa de Israel
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 10, 1-7
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús llamó a sus discípulos y les dio poder para expulsar espíritus impuros y para curar toda clase de enfermedades y dolencias. Los nombres de los doce apóstoles son: primero, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; luego Santiago, el hijo de Zebedeo y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el recaudador de impuestos; Santiago, el hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón, el cananeo, y Judas Iscariote, el que lo entregó.
A estos doce los envió Jesús con las siguientes instrucciones:
"No transiten por regiones de paganos ni entren en los pueblos de Samaria. Vayan más bien en busca de las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Vayan y proclamen que está llegando el Reino de los cielos".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

martes, 10 de julio de 2018

San Benito...

ORACIÓN PARA PEDIR LA PROTECCIÓN DE SAN BENITO
Santísimo confesor del Señor; Padre y jefe de los monjes, interceded por nuestra santidad, por nuestra salud del alma, cuerpo y mente.
Destierra de nuestra vida, de nuestra casa, las asechanzas del maligno espíritu. Líbranos de funestas herejías, de malas lenguas y hechicerías.
Pídele al Señor, remedie nuestras necesidades espirituales, y corporales. Pídele también por el progreso de la santa Iglesia Católica; y porque mi alma no muera en pecado mortal, para que así confiado en Tu poderosa intercesión, pueda algún día en el cielo, cantar las eternas alabanzas. Amén.
Jesús, María y José os amo, salvad vidas, naciones y almas.
Rezar tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias.

NOVENA BREVE PARA PEDIR UNA GRACIA

Rezar durante nueve días consecutivos la siguiente oración:
OH San Benito, mi protector bondadoso y de cuantos van a ti en sus apuros. Intercede por mí a Dios para que alivie mis sufrimientos y dificultades que ahora me agobian
(pídase aquí la gracia que se desea obtener)
Te lo pido con toda confianza.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria

lunes, 9 de julio de 2018

Ceder...

CEDA EL PASO

Antonio, un padre de familia, cierto día, cuando regresaba del trabajo, se encontró con un embotellamiento de tránsito infernal y notó que un señor conducía apresuradamente, cortándole el paso a todo el que podía al tratar de abrirse paso entre los vehículos.

Cuando se aproximó al automóvil de Antonio, se le atravesó de una manera tan brusca que por poco ocurre una colisión. En ese momento, Antonio tuvo deseos de insultarlo e impedirle el paso, pero luego pensó: - ¡El pobre! Está tan nervioso y apurado... ¡Sabrá Dios si tiene un problema serio y necesita llegar cuanto antes a su destino!

Con estos pensamientos, decidió cederle el paso. Al llegar a casa, Antonio recibió la noticia de que su hijo de tres años había sufrido un grave accidente y había sido llevado al hospital por su esposa.

Inmediatamente, se dirigió al hospital. Al llegar, su esposa corrió a sus brazos y lo tranquilizó diciéndole:

- Gracias a Dios todo está bien. El médico llegó justo a tiempo para salvar la vida de nuestro hijo; ya está fuera de peligro. Aliviado, Antonio pidió hablar con el médico para agradecérselo. Cuál sería su sorpresa cuando vio que el médico era ese señor nervioso y apurado a quien le había cedido el paso casi una hora antes.

Hay que estar siempre dispuesto a ayudar al prójimo, independientemente de su apariencia o condición económica. Trate de ver a los demás más allá de las apariencias. Imagine que, detrás de esa actitud que no entiende, existe una historia, un motivo que puede llevar a esa persona a actuar de una manera determinada. Quizás a veces no sea un motivo justificable pero... siempre hay un motivo.

domingo, 8 de julio de 2018

Sto Rosario...

La Virgen y el Rosario.

Reina de la Paz
Mientras Santo Domingo predicaba el rosario cerca de Carcasona, le presentaron un albigense poseído del demonio. Exorcizólo el Santo en presencia de una gran muchedumbre. Se cree que estaban presentes más de doce mil hombres. Los demonios que poseían a este infeliz fueron obligados a responder, a pesar suyo, a las preguntas del Santo y confesaron:
1.º que eran quince mil los que poseían el cuerpo de aquel miserable, porque había atacado los quince misterios del rosario;
2.º que con el rosario que Santo Domingo predicaba causaba terror y espanto a todo el infierno y que era el hombre más odiado por ellos a causa de las almas que arrebataba con la devoción del rosario;
3.º revelaron, además, muchos otros particulares.
Santo Domingo arrojó su rosario al cuello del poseso y les preguntó que de todos los santos del cielo, a quién temían más y a quién debían amar más los mortales.
A esta pregunta los demonios prorrumpieron en alaridos tan espantosos que la mayor parte de los oyentes cayó en tierra, sobrecogidos de espanto. Los espíritus malignos, para no responder, comenzaron a llorar y lamentarse en forma tan lastimera y conmovedora, que muchos de los presentes empezaron también a llorar movidos por natural compasión. Y decían en voz dolorida por la boca del poseso: “¡Domingo! ¡Domingo! ¡Ten piedad de nosotros! ¡Te prometemos no hacerte daño! Tú que tienes compasión de los pecadores y miserables, ¡ten piedad de nosotros! ¡Mira cuánto padecemos! ¿Por qué te complaces en aumentar nuestras penas? ¡Conténtate con las que ya padecemos! ¡Misericordia! ¡Misericordia! ¡Misericordia!”
El Santo, sin inmutarse ante las dolientes palabras de los espíritus, les respondió que no dejaría de atormentarlos hasta que hubieran respondido a sus preguntas. Dijéronle los demonios que responderían, pero en secreto y al oído, no ante todo el mundo. Insistió el Santo, y les ordenó que hablaran en voz alta. Pero su insistencia fue inútil: los diablos no quisieron decir palabra. Entonces, el Santo se puso de rodillas y elevó a la Santísima Virgen esta plegaria: “¡Oh excelentísima Virgen María! ¡Por virtud de tu salterio y rosario, ordena a estos enemigos del género humano que respondan a mi pregunta!” Hecha esta oración, salió una llama ardiente de las orejas, nariz y boca del poseso. Los presentes temblaron de espanto, pero ninguno sufrió daño. Los diablos gritaron entonces: “Domingo, te rogamos por la pasión de Jesucristo y los méritos de su Santísima Madre y de todos los santos, que nos permitas salir de este cuerpo sin decir palabra. Los ángeles, cuando tú lo quieras, te lo revelarán. ¿Por qué darnos crédito? No nos atormentes más: ¡ten piedad de nosotros!”
“¡Infelices sois e indignos de ser oídos!”, respondió Santo Domingo. Y, arrodillándose, elevó esta plegaria a la Santísima Virgen: “Madre dignísima de la Sabiduría, te ruego en favor del pueblo aquí presente –instruido ya sobre la forma de recitar bien la salutación angélica–. ¡Obliga a estos enemigos tuyos a confesar públicamente aquí la plena y auténtica verdad al respecto!”
Había apenas terminado esta oración, cuando vio a su lado a la Santísima Virgen rodeada de multitud de ángeles que con una varilla de oro en la mano golpeaba al poseso y le decía: “¡Responde a Domingo, mi servidor!” Nótese que nadie veía ni oía a la Santísima Virgen, fuera de Santo Domingo.
Entonces los demonios comenzaron a gritar:
“¡Oh enemiga nuestra! ¡Oh ruina y confusión nuestra! ¿Por qué viniste del cielo a atormentarnos en forma tan cruel? ¿Será preciso que por ti, ¡oh abogada de los pecadores, a quienes sacas del infierno; oh camino seguro del cielo!, seamos obligados –a pesar nuestro– a confesar delante de todos lo que es causa de nuestra confusión y ruina? ¡Ay de nosotros! ¡Maldición a nuestros príncipes de las tinieblas!
¡Oíd, pues, cristianos! Esta Madre de Cristo es omnipotente, y puede impedir que sus siervos caigan en el infierno. Ella, como un sol, disipa las tinieblas de nuestras astutas maquinaciones. Descubre nuestras intrigas, rompe nuestras redes y reduce a la inutilidad todas nuestras tentaciones. Nos vemos obligados a confesar que ninguno que persevere en su servicio se condena con nosotros. Un solo suspiro que Ella presente a la Santísima Trinidad vale más que todas las oraciones, votos y deseos de todos los santos. La tememos más que a todos los bienaventurados juntos y nada podemos contra sus fieles servidores.
Tened también en cuenta que muchos cristianos que la invocan al morir y que deberían condenarse, según las leyes ordinarias, se salvan gracias a su intercesión. ¡Ah! Si esta Marieta –así la llamaban en su furia– no se hubiera opuesto a nuestros designios y esfuerzos, ¡hace tiempo habríamos derribado y destruido a la Iglesia y precipitado en el error y la infidelidad a todas sus jerarquías! Tenemos que añadir, con mayor claridad y precisión –obligados por la violencia que nos hacen–, que nadie que persevere en el rezo del rosario se condenará. Porque Ella obtiene para sus fieles devotos la verdadera contrición de los pecados, para que los confiesen y alcancen el perdón e indulgencia de ellos.”
Entonces, Santo Domingo hizo rezar el rosario a todos los asistentes muy lenta y devotamente. Y a cada avemaría que recitaban –¡cosa sorprendente!– salía del cuerpo del poseso gran multitud de demonios en forma de carbones encendidos. Cuando salieron todos los demonios y el hereje quedó completamente liberado, la Santísima Virgen dio su bendición –aunque invisiblemente– a todo el pueblo, que con ello experimentó sensiblemente gran alegría.
Este milagro fue causa de la conversión de muchos herejes, que llegaron hasta ingresar en la Cofradía del Santo Rosario.
(De "El Secreto admirable del Santísimo Rosario" - San Luis M. G. de Monfort)

viernes, 6 de julio de 2018

Purgatorio...

Las Benditas Almas nos ayudan.

animas-benditas-purgatorio
Por medio de la Comunión de los Santos estamos muy unidos a las almas que se purifican en el Purgatorio. Y ellas pueden hacer mucho por nosotros pero, nosotros, al no tenerlas en cuenta ni solicitarles su ayuda, desaprovechamos un mar de gracias y favores de todo género.
Es tiempo de que pensemos más en las almas del Purgatorio, ofreciendo por ellas todo lo que vamos haciendo en el día, y entonces veremos cómo nos auxilian y protegen de manera admirable.
También tenemos que encomendarnos a ellas cuando realizamos un viaje, o también encomendar a nuestros seres queridos que viajan, pues los accidentes los causa el demonio, y las Benditas Almas protegen a las personas de accidentes.
Si supiéramos todo lo que las almas purgantes pueden y quieren hacer por nosotros, no seríamos tan tibios en socorrerlas con nuestras oraciones, haciendo celebrar misas por ellas y también oyendo misas en su favor, y aliviándolas con el ofrecimiento, no sólo de pequeños sacrificios, sino haciendo las más pequeñas cosas de todos los días en su favor, para aliviarlas.
Tenemos un tesoro inagotable por descubrir: Las Almas del Purgatorio. Si nos encomendamos a ellas y encomendamos también a quienes amamos, a nuestro país y al mundo entero, entonces veremos lo que son milagros.
Pero no sólo ellas ayudan en lo espiritual, sino que prodigan favores en lo material, de modo que quedaremos pasmados de lo que pueden y quieren hacer ellas por sus benefactores.
No perdamos más tiempo, y ya que tenemos tantas necesidades de todo tipo, no dejemos pasar esta oportunidad de comenzar, a partir de ahora mismo, a ofrecer todo para el alivio de las Benditas Almas del Purgatorio.
Si tenemos que salir de casa, dejemos a las Benditas Almas el encargo de que cuide de ella. Si tenemos que hacer un viaje o tarea riesgosa, pongámoslo bajo el patrocinio de las almas purgantes. Y en todo peligro o apretura en que nos encontremos, no nos olvidemos de que las Almas del Purgatorio nos pueden ayudar y mucho. Ofrezcamos el Rosario por ellas, y cuando queramos alguna gracia, hagamos como hacía la Madre Teresa de Calcuta: ofrecía el Rosario a las Benditas Almas y ellas se encargaban de obtenerle todo.
Ellas sufren muchísimo y son infinitamente agradecidas para quienes las alivian. Y si por nuestras oraciones y sacrificios, alguna de ellas logra salir del Purgatorio y alcanzar el Cielo, tendremos un alma santa que desde el Cielo nos protegerá incondicionalmente durante toda nuestra vida, y protegerá también a quienes amamos.
Rezar por las Benditas Almas y aliviarlas es un “negocio redondo”, porque saldremos ganando y los bienes de todo tipo no se harán esperar en nuestras vidas y en las de nuestros seres queridos.