Mensaje espiritual
La paciencia.
“La paciencia todo lo alcanza”, decía la gran Santa Teresa, y es una gran verdad que debemos tratar de poner en práctica, pues una de las bienaventuranzas es aquella de que los pacientes y mansos heredarán la Tierra. Pero es que si somos pacientes, heredaremos también el Cielo.
Aprendamos de Dios que es paciente con todos los hombres, que se tomó su tiempo para crear todas las cosas, y no hizo nada arrebatadamente.
En este mundo actual la prisa y la ansiedad nos dominan, y tenemos que tratar de no entrar en ese juego del demonio, que nos quiere hacer perder de vista el fin hacia el que vamos, es decir, nuestra muerte y paso a la eternidad, en que se decidirá nuestro destino eterno: Cielo o Infierno.
Especialmente tengamos paciencia con nuestros seres queridos en las próximas fiestas de Navidad y Año Nuevo que se acercan, porque suelen ser en estos momentos de encuentro en que perdemos la paciencia, y terminamos en discusiones y discordias.
Pensemos en la paciencia que Dios nos tiene a nosotros, que tantas veces lo ofendemos, y Él sigue perdonándonos y dándonos una nueva oportunidad.
A veces Dios deberá pensar que fue inútil la creación del hombre, porque a pesar de todas las ayudas celestiales y hasta materiales, la humanidad prefiere el camino del mal y del odio. No hagamos lo mismo nosotros, que sabemos estas cosas, y que conocemos la voluntad de Dios, que es que seamos mansos, pacientes, buenos, amorosos.
Es cierto que el demonio nos incita a la violencia, a la discusión, al mal. Pero nosotros podemos y sabemos defendernos de él, con la oración, los sacramentos, y el dominio de nosotros mismos.
Claro que si no estamos acostumbrados a combatir, entonces somos vencidos, pues si no sabemos negarnos a nosotros mismos, perdonar una injuria, huir de una discusión, entonces es claro que seremos derrotados.
Porque a veces sucede que no somos nosotros los ofendidos, sino algún ser muy querido, y entonces sí que nos ponemos furiosos. Pero no hizo así Jesús, que desde la cruz tuvo que soportar los insultos dirigidos a su Madre, que Él amaba infinitamente, y sin reaccionar.
Aprendamos de Él, y dejemos a Dios que haga justicia, y no tratemos de hacer justicia nosotros.
Algo que podemos hacer para que haya paz en nuestros hogares en estas fiestas, es rociar antes con agua bendita los ambientes, para espantar a los demonios, que son los causantes de las discordias familiares, nacionales y mundiales.
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