Tema de hoy
Con los ojos de Dios.
Los hombres, especialmente quienes tenemos fe en Dios, debemos aprender a mirar todas las cosas con los ojos de Dios, es decir, con los ojos de la fe, con visión sobrenatural. Porque de lo contrario caeremos en el fatalismo, en creer que Dios es malo o injusto, sin ver la realidad de las cosas.
Un ejemplo: Sucede un terremoto o calamidad natural y mueren millares de personas. Debemos saber que eso no viene de Dios, sino del demonio. Pero Dios lo ha permitido. ¿Y por qué lo permitió? Por bondad, porque todo lo que Dios quiere o permite, aunque sean cosas malas, e incluso muy malas aparentemente, en realidad Él sabe sacar el bien de ellas, y las transforma en bienes.
Nosotros, los hombres que vivimos en este mundo y que vemos sólo el aquí y ahora de las cosas, no somos capaces de saber ni el futuro ni lo que hay en la eternidad, y por eso no pocas veces nos atrevemos a juzgar a Dios, o al menos estamos desconformes con la voluntad permisiva de Dios.
Pero pensemos un poco. La gente que ha muerto en un accidente o calamidad como por ejemplo un terremoto, quizás se haya salvado de lo que vendría después, porque morir entre las ruinas, es mucho mejor que morir en una guerra atómica, o padecer bajo el reinado del Anticristo. ¿Quién nos asegura que nosotros mismos, dentro de algunos días, no envidiaremos a los muertos por el terremoto? Es una suposición, pero puede darse, y no sabemos lo que depara el futuro.
Muchas veces estamos tristes porque muere un ser querido prontamente, y no sabemos que quizás, Dios le quiso evitar un mal futuro, pues si continuaba viviendo en este mundo habría sufrido un mal mucho mayor.
Entonces es tiempo de ver las cosas con los ojos de la fe, porque lo que Dios permite, si lo ha permitido, aunque sean cosas “malas”, en realidad es lo mejor pues Dios sabe sacar de ello el bien. En nosotros está el ser verdaderamente cristianos y creyentes para aceptar la voluntad de Dios y, como la Virgen, continuar creyendo que Dios es bueno aunque tengamos que ver cosas tristes en nuestra vida, como la Virgen viendo morir a su Hijo Jesús.
Nadie dice que sea fácil, y que no debamos derramar lágrimas amargas. Pero ¿quién puede comprender la potencia de una fe tan viva y una confianza tan fuerte? Si hacemos así, entonces no sólo seremos fuertes en la fe, sino que obtendremos todo de Dios, porque pediremos en la oración a Dios que nos libre de todos los males, pero en caso de que sucedan, los aceptaremos con resignación cristiana.
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