Signos de los tiempos
La caridad se enfría.
Uno de los signos de los tiempos que Jesús ya había predicho en su Evangelio, es el enfriamiento de la caridad y del amor en muchos, debido al extenderse del mal en el mundo.
Y es lo que sucede ahora, que hasta incluso muchos que son buenos, se van como acobardando y amilanando, comenzando a tener miedo e indiferencia por las necesidades de los hermanos, no sólo las necesidades materiales, sino también una apatía por las necesidades espirituales y morales de los demás.
Parece que en el mundo está a punto de sonar aquél grito de: “¡Sálvese quien pueda!” que dicen que resonará en el mundo en los últimos días previos a la venida del Reino de Dios.
Así que cuidemos de no enfriarnos nosotros, de modo que nuestro corazón se vuelva de piedra y deje de ser un corazón de carne como lo quiere el Señor.
Y lo lograremos si nos apegamos a la oración, porque es solamente la oración la que nos sacará a flote en este mar embravecido del mundo. Y ya Jesús nos ha puesto en guardia contra este defecto de no estar vigilantes y orando, puesto que seremos vencidos por la tentación, por la prueba.
De modo que hay que estar en gracia de Dios siempre, rezando en todo tiempo, y prontos para partir a la casa del Padre en cualquier momento y de cualquier manera; porque Dios está permitiendo que haya desgracias en el mundo que precipitan a todos en el más allá, y no hay distinción de personas, de forma que no sabemos si mañana, o quizás dentro de una hora nos tocará a nosotros, que tengamos que presentarnos ante el Juez Divino, ya sea por un accidente, o cataclismo o miles de cosas “raras” que pasan en estos días. Veamos esto también como un signo de los tiempos.
¡Ven Señor Jesús!
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