viernes 15/ABR/16
Evangelio del día.
Jn 6, 51-59.
Jesús resucitado.
Jesús dijo a los judíos: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo”. Los judíos discutían entre sí, diciendo: “¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?”. Jesús les respondió: “Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente”. Jesús enseñaba todo esto la en la sinagoga de Cafarnaún.
Reflexión:
La liturgia, en este tiempo pascual, nos centra en la Eucaristía, porque Jesús resucitado está en la Eucaristía. Cuando comulgamos no comemos el cuerpo y la sangre de un muerto sino que comemos el cuerpo y la sangre de Jesús Resucitado, glorioso. Comemos la Vida misma, aumentamos la Vida de nuestra alma, es como que nos hacemos más vivos espiritualmente y cada vez que comulgamos nos hacemos más otros Jesús. Y así el Padre, al ver en nosotros a su amadísimo Hijo Jesús, vendrá con todos sus dones a nosotros y nos amará como ama a su propio Hijo.
Pidamos a la Santísima Virgen la gracia de aprovechar el maravilloso don de la Eucaristía y hagamos el firme propósito de comulgar lo más frecuentemente posible, ojalá diariamente.
Jesús, María, os amo, salvad las almas.
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