Matar el error, amar al que yerra
Modas.
El servidor de Dios no debe andar con la moda, sino que se debe vestir
decentemente, con modestia y agradablemente, pero no provocativamente.
La Virgen, en Fátima, dijo que vendrían modas que desagradarían mucho a Nuestro Señor, y ahora estamos en esos tiempos.
Muchas mujeres van por la calle “elegantemente desnudas” y no son
conscientes de los pecados que hacen cometer a los hombres, y de las
tentaciones que causan en el sexo opuesto.
La Virgen, también en Fátima, ha dicho que los pecados que más almas
llevan al Infierno son los pecados de la carne. Si esto es así, y la
Virgen lo decía en el año 1917, ¿qué se podrá decir hoy en día, en que
las modas, la televisión y el cine exaltan la impureza y toda clase de
desórdenes?
Estemos atentos porque ya Jesús nos ha dicho en su Evangelio que si
nuestro ojo nos es ocasión de pecado, que lo arranquemos y lo arrojemos
lejos de nosotros, porque es mejor entrar tuertos o ciegos en el Cielo,
que con los dos ojos ser arrojados al Infierno.
No vayamos con la moda, sino tratemos de ser castos también en el
vestido, porque Dios nos pedirá cuenta no solo de los pecados que
hayamos cometido, sino también de los pecados de que hicimos cometer a
los demás.
Que cada uno piense cómo se está vistiendo, y si está ayudando al
prójimo a avanzar por el camino de la virtud o, por el contrario, con su
modo de vestir, lo está llevando al abismo de donde no se sale.
Si queremos mantenernos puros y castos en medio de este mar de barro, es
necesario que invoquemos a María, la Inmaculada Concepción, que siempre
tuvo a Satanás bajo su pie, y no conoció ni sombra de pecado.
Cuando nos vayamos a poner una ropa, un vestido, pensemos: ¿La Virgen se
pondría esto? ¿Jesús se vestiría así? Y lo que nos diga nuestro corazón
llevémoslo a la práctica.
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