martes, 19 de junio de 2018

Reflexiones...


«Sean perfectos como mi Padre es perfecto»

«Ustedes han oído decir: amarás a tu prójimo y odiaras a tu enemigo…» En efecto la Ley, exigía el amor al prójimo y daba la libertad de odiar al enemigo. La fe prescribe amar a sus enemigos. Por el sentimiento universal de la caridad, la fe rompe los movimientos de violencia que están en el espíritu del hombre, no solamente impidiendo que la cólera busque la venganza, sino también apaciguándola hasta hacernos amar al que está equivocado. Amar a quién nos ama es de paganos, todo el mundo manifiesta afecto por quienes nos lo expresan. Cristo nos llama entonces a vivir como hijos de Dios, y a imitar Aquél que, por la venida de Cristo, otorga tanto a los buenos como a los culpables el sol y la lluvia en los sacramentos del bautismo y del Espíritu. De ese modo nos forma a la vida perfecta por ese vínculo de bondad hacia todos, llamándonos a imitar un Padre en el cielo que es perfecto. 

martes, 12 de junio de 2018

Evangelio del día...

vangelio según San Mateo 5,13-16.
Jesús dijo a sus discípulos:
Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres.
Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña.
Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa.
Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo. 

lunes, 11 de junio de 2018

Verte...

Quince minutos con Jesús Misericordioso

Verte.
Señor, quisiera verte como te vio Santa Faustina. Pero ¿qué digo? Si puedo verte si quiero, pues tú estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Y no sólo puedo verte, sino que puedo tocarte al comulgar y tú te unes tan estrechamente a mí como nadie se puede imaginar. ¡Qué alegría, Jesús, saber que tú estás conmigo para siempre y que te has quedado en el Santísimo Sacramento por amor hacia mí! Jesús, confío en ti, pero quiero confiar cada día más, pues sé que las almas que más te agradan son las que no tienen miedo y las que confían ilimitadamente en tu bondad infinita. Yo a veces me asusto con los problemas y pierdo la paz y hasta un poco la confianza en ti. ¡Que no suceda más así, Señor! Dame la gracia de ser un niñito pequeño que confía ciegamente en sus padres, así también yo, como niño pequeño, quiero confiar ciegamente en tu bondad amorosa que todo lo dispone en mi vida para mi bien, y tener bien presente que NADA me puede hacer daño porque tú estás conmigo y me defiendes. Te amo, Jesús amoroso. Ten misericordia de mí.