miércoles, 15 de enero de 2014

Reflexión...

Matar el error, amar al que yerra

No creer en la existencia del demonio. 
El no creer en la existencia de los demonios, es un grave error, es una gran herejía, que hace caer por tierra toda la Revelación, pues si el diablo no existe, ¿para qué vino Cristo? ¿Para qué fundó la Iglesia Católica? ¿Con qué necesidad debemos rezar y recibir los Sacramentos?
El demonio ha logrado en el mundo apagar la noción de su existencia, de modo que muchas personas se creen “modernas” porque no creen en la existencia de los espíritus de las tinieblas, y así se han prestado al juego de Satanás, que es justamente borrar de la mente humana la noción de su existencia.
Es claro que si no se cree en los demonios, uno no se prepara para defenderse, ni para contraatacar. Además se comienza a confundir todo, porque los males que hay en el mundo, ¿a quién se atribuyen, si no al diablo? Y así se hacen acusaciones a Dios por todo el mal que hay en la humanidad, cuando sabemos que todo mal, cualquier clase de mal, es una imperfección y por lo tanto no puede venir nunca de Dios, sino que viene del Maligno.
Pero que estas cosas no las crean muchos sacerdotes, y algunos Obispos, es cosa más paradójica todavía.
Es tiempo de sacarle la careta al diablo y crear conciencia en los hombres, de la existencia y furiosa e implacable actividad de estos seres viscosos y malignos, que buscan la perdición del mundo entero.
Cristo nos vino a rescatar de las manos de Satanás, y con su sufrimiento infinito, nos compró, y nos sigue comprando a través del Sacrificio de la Misa. Pero si se niega la existencia del demonio, entonces cae por tierra todo lo demás.

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