Enseñanzas del Evangelio
Dios: el mayor amor.
El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. (Mt 10, 37).
Enseñanza:
El Señor nos recuerda que el primer mandamiento es amar a Dios con todo nuestro ser, y que el amor de los hijos a los padres y de los padres a los hijos viene en segundo lugar, pues es el cuarto mandamiento de las tablas de la Ley.
Jesús nos quiere decir que, en caso de que se opongan nuestros amores: a Dios, y a los padres o hijos, tenemos que preferir sin vacilar, el amor a Dios.
Porque hay que saber que el demonio usará contra nosotros cualquier argumento con tal de sacarnos del camino que lleva al Cielo, e incluso puede servirse de nuestros afectos más nobles, para ponerlos por delante como obstáculos que nos impidan cumplir la voluntad de Dios.
Así que debemos estar dispuestos a renunciar a todo, incluso a nuestros mayores y más buenos afectos, con tal de ser fieles a Dios y amarle por sobre todo y sobre todos.
Es que en Dios lo tenemos todo, y si perdemos parientes y afectos en este mundo, teniendo a Dios con nosotros, en realidad lo tenemos todo, porque el Señor nos puede devolver en el Cielo todo lo que hemos “perdido” en este mundo.
Esto se entiende mejor cuando se tiene una idea cabal de que la vida sobre la tierra es un tiempo de prueba, y no es para que nos anclemos aquí, sino para aprovecharla bien y ganarnos el Paraíso.
También Jesús tuvo que renunciar al amor de su Madre, y despedirse de Ella para ir a predicar, y causarle dolor cuando se quedó en el Templo a los doce años, y cuando debió cumplir la Voluntad del Padre eterno que le mandaba sufrir y morir por todos los hombres. Y más bueno que Jesús no hubo nadie, y más buena que María tampoco, y sin embargo ambos supieron separarse, renunciarse, para seguir la voluntad de Dios.
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