martes, 8 de septiembre de 2015

Misterios...

Misterioso porqué.


En este mundo, señores, suelen triunfar los malvados. Y la virtud, ultrajada y escarnecida, suele terminar en la cárcel, en el destierro, cuando no en la más afrentosa de las muertes. Los ejemplos históricos y contemporáneos son tan abundantes y conocidos, que renuncio a poner ninguno.
No os escandalice este hecho, señores. No os cause extrañeza alguna, porque tiene una explicación clarísima a la luz de la teología católica y aún del simple sentido común. Ha sido siempre así y continuará siendo hasta el fin de los siglos: en este mundo triunfarán siempre los malos, y los buenos serán siempre perseguidos. ¡Siempre!
No os escandalice esto, que la explicación es sencillísima. Es una consecuencia lógica de la infinita justicia de Dios. ¿Os extraña esta afirmación? Tened la bondad de escucharme un momento.
No hay hombre tan malo que no tenga algo de bueno, y no hay hombre tan bueno que no tenga algo de malo. Y como Dios es infinitamente justo, ha de premiar a los malos lo poco bueno que tienen y ha de castigar a los buenos lo poco malo que hacen. Esto es cosa clara: lo exige así la justicia de Dios.
Ahora bien: como los malvados, en castigo de sus crímenes, irán al infierno para toda la eternidad, Dios les premia en esta vida las pocas cosas buenas que hacen. Y como los buenos han de ir al cielo para toda la eternidad, Dios comienza a castigarles en esta vida lo poco malo que tienen, con el fin de ahorrarles totalmente, o en parte, las terribles purificaciones ultraterrenas.
Ahí tenéis la clave del misterio. La mejor señal de reprobación, la más terrible señal de que un hombre malvado acabará en el infierno para toda la eternidad, es que siendo efectivamente un malvado, un anticatólico, un blasfemo, un ladrón, un inmoral, etc., triunfe en este mundo y todo le salga bien. ¡Pobre de él! No le tengáis envidia por sus triunfos, tenedle profunda compasión. ¡La que le espera para toda la eternidad! Dios le está premiando en este mundo lo poquito bueno que tiene y le reserva para el otro el espantoso castigo que merece para toda la eternidad. ¡No tengáis envidia de los malvados que triunfan, tenedles profunda compasión!
En cambio, no tengáis compasión del bueno que sufre, no compadezcáis a los Santos que en este mundo sufren tanto y son víctimas de tantas persecuciones. Tenedles más bien, una santa envidia; porque esos fracasos y tribulaciones humanas dicen muy a las claras que Dios les castiga en este mundo misericordiosamente sus pequeñas faltas y flaquezas para darles después el premio espléndido de sus virtudes en la eternidad bienaventurada.
Los Santos, señores, veían con toda claridad estas cosas. Iluminados por las luces de lo alto, se echaban a temblar cuando las cosas les salían bien, pensando que quizá Dios les quería premiar en este mundo las pocas virtudes que practicaban, reservando para el otro el castigo de los muchos defectos que su humildad multiplicaba y agrandaba. Y, al contrario: cuando el mundo les perseguía, cuando les pisoteaban, levantaban sus ojos al cielo para darle rendidas gracias a Dios, porque esperaban de Él el perdón y la recompensa en el cielo, por toda la eternidad.
Esto que los Santos veían ya con toda claridad en este mundo, es preciso que aparezca con la misma evidencia palmaria ante la humanidad entera.
Es preciso que se desvanezca el tremendo escándalo del triunfo de los malos y el fracaso de los buenos. Tiene que haber un juicio universal y lo habrá. Entonces volverán las cosas al lugar que les corresponde y se verá claramente quiénes son los que verdaderamente han triunfado y quiénes han fracasado para toda la eternidad.
(De “El Misterio del más allá” – P. Royo Marín)

domingo, 6 de septiembre de 2015

Angelus Domini 2015.09.06

Diario trajinar...


En el trajín cotidiano.

Con el paso de los días y el trajinar de las actividades diarias, nos podemos olvidar de la oración, siendo que la oración debería ser como el centro de nuestra jornada. 
No nos quejemos si las cosas no nos salen bien y todo va de mal en peor, porque en gran parte esto sucede porque ya no rezamos, ya no hablamos con Dios amigablemente, sino que queremos arreglar las cosas nosotros solos y a nuestra manera, sin dejarle participación a Dios. 
Es tiempo de que despertemos del letargo en que hemos caído con respecto a la oración, porque si miramos un poco nuestra vida, veremos que el demonio nos ha ganado terreno, y ahora es necesario volver a empuñar el arma de la oración para hacerlo huir de nuestras vidas, de nuestras familias y expulsarlo lejos de aquellos que amamos. 
No hay vuelta de hoja, ya lo ha dicho San Alfonso María de Ligorio: “El que reza se salva, y el que no reza se condena”, y es la pura verdad. 
Y no podemos decir que no tenemos tiempo para rezar, porque quizás pensamos en que no encontramos el tiempo para rezar un rosario. Pero hay que recordar que la oración es un diálogo con Dios, y no hace falta rezar el rosario para ponernos en comunicación con Él, sino que simplemente elevando la mente y el pensamiento a Dios, ya estamos rezando, y muy bien. 
A veces nos suele pasar que, aunque rezamos, y quizás mucho, Dios es para nosotros casi un extraño, porque no hablamos con Él como con nuestro mejor amigo. Y lo que nos sucede con Dios, también nos pasa con nuestro ángel custodio, al que tenemos completamente olvidado o casi, siendo que él puede actuar tanto más, cuanto más nosotros le invocamos. 
Recordemos que se trata de la salvación de nuestra alma, y la salvación también de aquellos que amamos. Por eso volvamos a empuñar las armas de la oración, en especial el Rosario, puesto que las batallas espirituales se ganan con la oración, y también por ella nos vienen toda clase de bienes, incluso materiales; y se alejan toda clase de males, también materiales.

viernes, 4 de septiembre de 2015

Mensaje...

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Mensaje sobre el Santo Rosario

Paz y sosiego.
El rosario encierra dos realidades: la oración mental y la vocal. La oración mental en el santo rosario es la meditación de los principales misterios de la vida, muerte y gloria de Jesucristo y de su santísima Madre. La oración vocal consiste en la recitación de quince decenas de avemarías, precedidas de un padrenuestro, unida a la meditación y contemplación de las quince principales virtudes que Jesús y María practicaron, conforme a los quince misterios del santo rosario.
(De “El Secreto Admirable del Santísimo Rosario”, San Luis María Grignion de Montfort)
Comentario:
Mientras rezamos el Rosario debemos ir contemplando los misterios, porque de lo contrario el rezo del Rosario sería un cuerpo sin alma. El Papa Juan Pablo II agregó a los quince misterios tradicionales, los cinco misterios luminosos, quedando así el Rosario constituido por veinte misterios. Cuando rezamos el Rosario volvemos a vivir todo lo que Jesús y María vivieron, sufrieron y gozaron, porque los hechos de la vida de Jesús y de María están fuera del tiempo y se hacen presentes cada vez que rezamos el Rosario. No se trata de seguir cada palabra que se dice, sino de repetir cadenciosamente los padrenuestros y las avemarías, y de esa forma el alma se va tranquilizando y descansa del trajín cotidiano, llenándonos de paz el corazón.

jueves, 3 de septiembre de 2015

Apocalipsis...

Interpretación del Apocalipsis

En el corazón del Apocalipsis.
Según muchos mensajes del Cielo, nos encontramos viviendo en el corazón del Apocalipsis, más específicamente en el capítulo 12 de dicho Libro profético, donde la Mujer vestida de Sol, la Santísima Virgen, lucha contra el Dragón rojo, Satanás, que en estos últimos tiempos se hace presente en el mundo a través del ateísmo marxista, ateísmo teórico y práctico, y también por medio del materialismo, que es como la encarnación de Satanás.
Para corroborar este comentario, cito aquí el mensaje dado por la Santísima Virgen al Padre Gobbi, del Movimiento Sacerdotal Mariano, que se refiere a ello:
Santuario de Tindari (Sicilia), 14 de mayo 1989
Fiesta de Pentecostés
El enorme Dragón rojo
“Hijos predilectos, hoy adoráis e invocáis al Espíritu Santo, que descendió en Pentecostés sobre los Apóstoles y los discípulos, reunidos Conmigo en el Cenáculo de Jerusalén.
Lo seguís invocando en estos vuestros tiempos, con confianza y con perseverancia, reunidos conmigo en los muchos Cenáculos de oración que ya se encuentran difundidos por toda la tierra.
Con mi Movimiento Sacerdotal Mariano invito hoy a todos los hijos de la Iglesia a reunirse en un Cenáculo perenne de oración Conmigo, vuestra Madre Celeste.
Invito a todos los Obispos, Sacerdotes, Religiosos y Fieles.
Mi Corazón Inmaculado es el lugar de este nuevo, espiritual y universal Cenáculo.
En él debéis entrar con vuestro acto de consagración, que os confía para siempre a Mí, a fin de que Yo pueda unir mi voz a las vuestras en la invocación del Don de un segundo Pentecostés sobre la Iglesia y sobre toda la Humanidad.
Sólo el Espíritu del Señor puede volver a llevar a la humanidad a la perfecta glorificación de Dios.
Sólo el Espíritu del Señor puede renovar la Iglesia con el esplendor de su unidad y de su santidad.
Sólo el Espíritu del Señor puede vencer la potencia y la fuerza victoriosa del enorme Dragón Rojo, que, en este vuestro siglo, se ha desencadenado por doquier, de una manera terrible, para seducir y engañar a toda la humanidad.
El enorme Dragón Rojo es el comunismo ateo que ha difundido por todas partes el error de la negación y del obstinado rechazo de Dios.
El enorme Dragón Rojo es el ateísmo marxista, que se presenta con diez cuernos, es decir con la potencia de sus medios de comunicación, para conducir a la humanidad a desobedecer los diez Mandamientos de Dios, y con siete cabezas, sobre cada una de las cuales hay una diadema, signo de poder y de realeza, las cabezas coronadas indican las Naciones en las que el comunismo ateo se ha establecido y domina con la fuerza de su poder ideológico, político y militar.
La enormidad del Dragón manifiesta claramente la gran extensión de la tierra ocupada por el dominio incontrastado del ateísmo comunista.
Su color es rojo porque usa la guerra y la sangre como instrumentos de sus numerosas conquistas.
El enorme Dragón Rojo en estos años ha logrado conquistar la humanidad con el error del ateísmo teórico o práctico, que ya ha seducido a todas las naciones de la tierra.
De ese modo se ha logrado construir una nueva civilización sin Dios, materialista, egoísta, hedonista, árida y fría, que lleva en sí los gérmenes de la corrupción y de la muerte.
El enorme Dragón Rojo tiene el objetivo diabólico de sustraer toda la humanidad al dominio de Dios, a la glorificación de la Santísima Trinidad, a la plena actuación del Designio del Padre que, por medio del Hijo, la ha creado para su Gloria.
El Señor me ha revestido con su Luz y el Espíritu Santo con su Divina Potencia; así Yo aparezco como un gran signo en el Cielo, Mujer vestida de Sol, porque tengo la misión de sustraer la humanidad al dominio del enorme Dragón Rojo y de reconducir a toda ella a la perfecta glorificación de la Santísima Trinidad.
Por eso me formo el ejército de mis más pequeños hijos, en todas partes del mundo, y les pido a ellos que se consagren a mi Corazón Inmaculado. De ese modo los conduzco a vivir sólo para la Gloria de Dios, por medio de la fe y de la caridad, y los cultivo, Yo misma, celosamente en mi celestial jardín.
Entonces, cada día Yo me presento ante el trono de mi Señor en acto de profunda adoración, abro la puerta de oro de mi Corazón Inmaculado y ofrezco entre mis brazos a todos estos mis pequeños hijos diciendo:
“Santísima y Divina Trinidad, en el momento de Tu universal negación Yo te presento el homenaje de mi maternal reparación, por medio de todos estos mis pequeños, que cada día formo para tu mayor glorificación.”
De este modo, también hoy, el Señor recibe por boca de los pequeños y de los niños de pecho su perfecta alabanza.”

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Evangelio del día...

miércoles 2/SEP/15

Evangelio del día.

Lc 4, 38-44.
Sobre la enfermedad.
Al salir de la sinagoga, Jesús entró en la casa de Simón. La suegra de Simón tenía mucha fiebre, y le pidieron que hiciera algo por ella. Inclinándose sobre ella, Jesús increpó a la fiebre y ésta desapareció. En seguida, ella se levantó y se puso a servirlos. Al atardecer, todos los que tenían enfermos afectados de diversas dolencias se los llevaron, y él, imponiendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba. De muchos salían demonios, gritando: “¡Tú eres el Hijo de Dios!”. Pero él los increpaba y no los dejaba hablar, porque ellos sabían que era el Mesías. Cuando amaneció, Jesús salió y se fue a un lugar desierto. La multitud comenzó a buscarlo y, cuando lo encontraron, querían retenerlo para que no se alejara de ellos. Pero él les dijo: “También a las otras ciudades debo anunciar la Buena Noticia del reino de Dios, porque para eso he sido enviado”. Y predicaba en las sinagogas de toda la Judea.
Reflexión:
Jesús tiene poder sobre toda enfermedad. Si estamos enfermos debemos tener en claro que Dios en un abrir y cerrar de ojos nos puede devolver la salud completa. Por eso es bueno pedir con insistencia la salud, pero si la voluntad de Dios es dejarnos con nuestra dolencia, la tenemos que aceptar con resignación, ya que si Él lo quiere así, es porque dicha enfermedad no sólo nos hará ganar méritos para el Cielo, sino que además obtendremos gracias para la conversión y salvación de otros hermanos nuestros.
Pidamos a la Santísima Virgen que nos ayude a pedir con confianza nuestra curación, pero si la voluntad de Dios sobre nosotros es otra, que nos ayude a llevar la cruz de la enfermedad con valentía.
Jesús, María, os amo, salvad las almas.

sábado, 29 de agosto de 2015

Evangelio del día...

sábado 29/AGO/15

Evangelio del día.

Mc 6, 17-29.
Martirio de san Juan Bautista.
Herodes, había hecho arrestar y encarcelar a Juan a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, con la que se había casado. Porque Juan decía a Herodes: “No te es lícito tener a la mujer de tu hermano”. Herodías odiaba a Juan e intentaba matarlo, pero no podía, porque Herodes lo respetaba, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo protegía. Cuando lo oía, quedaba perplejo, pero lo escuchaba con gusto. Un día se presentó la ocasión favorable. Herodes festejaba su cumpleaños, ofreciendo un banquete a sus dignatarios, a sus oficiales y a los notables de Galilea. Su hija, también llamada Herodías, salió a bailar, y agradó tanto a Herodes y a sus convidados, que el rey dijo a la joven: “Pídeme lo que quieras y te lo daré”. Y le aseguró bajo juramento: “Te daré cualquier cosa que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino”. Ella fue a preguntar a su madre: “¿Qué debo pedirle?”. “La cabeza de Juan el Bautista”, respondió ésta. La joven volvió rápidamente a donde estaba el rey y le hizo este pedido: “Quiero que me traigas ahora mismo, sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista”. El rey se entristeció mucho, pero a causa de su juramento, y por los convidados, no quiso contrariarla. En seguida mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan. El guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una bandeja, la entregó a la joven y ésta se la dio a su madre. Cuando los discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.
Reflexión:
Aprendamos de San Juan Bautista a ser valientes y a hablar y condenar el error cuando debemos hacerlo, sin miedo a las represalias que se puedan tomar en nuestra contra. Es aquí donde uno demuestra que está con el Señor, y Jesús promete que el que lo reconozca abiertamente ante los hombres, Él lo reconocerá ante el Padre celestial. Por eso, siempre que actuemos o hablemos, recordemos que Dios, los ángeles y los Santos nos están mirando continuamente y ante ellos digamos la verdad a los hombres y actuemos con sinceridad y sin doblez, pues si engañamos a los hombres no engañaremos al Cielo. Si queremos ser coherentes con nuestra fe, seguramente tendremos enemigos, pues no se puede quedar bien con todos, eso sería traicionar a Cristo y al Evangelio.
Pidamos a la Santísima Virgen la gracia de saber hablar cuando debemos hacerlo, y también la gracia de guardar silencio en el momento oportuno.
Jesús, María, os amo, salvad las almas.