viernes, 7 de agosto de 2015

Defectos...

Defectos del apóstol

No desanimar a ninguno.
Las almas están maltrechas por el demonio, el mundo y la carne, y si nosotros, en lugar de ayudarlas, las tratamos dura y bruscamente, no estamos haciendo bien, porque ya dice el profeta citado por el mismo Evangelio, que el Cristo no apagaría la mecha humeante ni quebraría la caña cascada.
Así tenemos que hacer nosotros en el apostolado, ser indulgentes y buenos, amorosos con todos, dando coraje y no aplastando a las almas, porque ellas nos necesitan para subir y no para bajar, nos necesitan para volver a tener confianza en sí mismas y en Dios, y echarse a volar en los caminos de Dios.
Así que un defecto del apóstol es exigir más de la cuenta, no moderar sus ímpetus apostólicos y su celo y ardor, que muchas veces se convierte en una tortura para las almas, que se ven muy lejos de lo que Dios quiere de ellas, y así terminan por desanimarse y claudicar.
El apóstol aprenderá esto con el tiempo, porque es una gran verdad que en los principios del apostolado se suele hacer más mal que bien. Y le servirá mucho al apóstol sus propias caídas, para que se haga con un corazón compasivo y misericordioso, de modo que palpe en sí mismo lo frágil que es la naturaleza humana, y así se haga un gran maestro de las almas, porque ha aprendido en su propia vida lo que significa estar caído y tener que echar a andar, echar a volar en el bien.

jueves, 6 de agosto de 2015

Apostolado...

Frutos del apostolado

No los veremos.
¡Ay de quien es apóstol y quiere ver los frutos de su trabajo para seguir adelante! Muy pronto se desanimará, porque Dios no suele mostrar a su servidor todo el bien que realiza.
Por eso trabajemos y no desmayemos, que el fruto lo palparemos en el Cielo, donde el Señor nos mostrará ya sin velos todo el bien que hemos realizado, con su ayuda.
Porque si Dios nos mostrara todos los frutos que logramos en este mundo, quizás nos podría venir soberbia y orgullo, y es por ello que Dios, que odia la soberbia, nos esconde gran parte de los frutos copiosos que obtenemos cuando hacemos buenas obras y evangelizamos, aunque de vez en cuando nos muestra algún fruto como para que tomemos envión y sigamos adelante.
No esperemos a ver frutos para continuar, ni esperemos tampoco que los hombres nos agradezcan en este mundo, sino esperemos todo lo contrario: que nos desprecien y sean desagradecidos con nosotros, porque “no saben lo que hacen ni lo que dicen”, como lo ha dicho el Señor desde la Cruz perdonando a todos. Ya llegará la eternidad donde a cada uno se le dará lo suyo, y recibiremos el galardón de parte de Dios, pero también el abrazo agradecido de los hombres a quienes ayudamos a salvarse.
Y recordemos una cosa de capital importancia: que Dios no premia tanto por los frutos obtenidos, sino por el trabajo, el esfuerzo y el amor puestos en la obra. Que si después la obra apostólica queda sin frutos, no por ello Dios dejará de premiarnos, y con creces.
Así que no miremos los resultados, sino continuemos imperturbables, haciendo el bien, realizando apostolado, porque grande es el premio en la eternidad.

miércoles, 5 de agosto de 2015

La oración...

Perseverancia del apóstol

Oración.
No podemos perseverar en el apostolado si no rezamos, pues en la oración es que recibimos la fuerza para hacer apostolado. Y no sólo la fuerza, sino que en la oración vamos conociendo a Dios y de Él podemos hablar a nuestros hermanos.
Las luces que nos vienen en la oración tenemos que transmitirlas en el apostolado.
Pero es que, además, por la oración es que nos mantenemos en pie en la misión, ya que nadie puede perseverar en la evangelización si no reza y mucho.
Por eso tengamos un lugar de privilegio para la oración, busquemos tiempo para rezar, porque de la oración depende nuestro éxito en el apostolado, que no se medirá tanto por los frutos, sino por el tesón puesto en llevarlo a cabo, ya que como sabemos Dios no premia tanto por los frutos obtenidos, sino más bien por el esfuerzo y el amor puestos en la obra.
Con la oración lograremos que los corazones de las almas a evangelizar se abran más fácilmente a la Verdad. Con la oración lograremos que todos los obstáculos de todo tipo, vayan cediendo y así podremos ir avanzando en el campo del apostolado, sin trabas.
En definitiva podemos decir que en el trabajo apostólico, la receta para no claudicar, es la perseverancia; pero ésta no se logra sin la oración diaria, frecuente, constante. Y la perseverancia en la oración la lograremos si amamos a Dios, si amamos a Jesús, porque entonces buscaremos el tiempo y el modo de estar con Él, y eso es la oración: un tratar familiarmente y como amigo a Dios, y entretenernos con Él.

martes, 4 de agosto de 2015

Ayudas...

Ayudas en el Camino

Un buen amigo.
En el camino de la vida no todo es color de rosa, sino que vendrán momentos difíciles y si también los héroes tienen momentos de debilidad, mucho más nosotros que somos pobres hombres, tendremos momentos en que necesitaremos de un buen amigo que nos escuche, que nos comprenda y consuele.
Jesús también quiso tener amigos, aunque éstos no estuvieron a la altura de los acontecimientos, especialmente en el Huerto de los Olivos que, mientras Jesús sudaba sangre, sus amigos dormían. Pero esto era necesario que le sucediera al Señor para que su cáliz de amargura y dolor fuera completo.
Dios mismo quiere que tengamos amigos, buenos amigos, porque cuando estamos cansados y abatidos, no hay nada mejor que el hombro del amigo para tomar fuerzas, descargar nuestro peso del corazón y aliviar nuestra carga.
Jesús es nuestro mejor Amigo, pero Él también quiere que tengamos amigos en el mundo.
Entonces recordemos que una ayuda que Dios nos quiere dar para que vayamos caminando por la vida, son los amigos. Si hemos dejado enfriar las relaciones con nuestros amigos, es tiempo de que volvamos a cultivarlas y reavivarlas. Quizás no hemos sido nosotros quienes nos alejamos, o quizás sí. No importa. Volvamos a reestablecer los vínculos, porque todos somos falibles y tenemos errores, y quien busque un amigo sin defectos, busca una quimera. Pero el amor hace que veamos perfectos a nuestros amigos, o que al menos atenuemos sus defectos bajo una mirada de indulgencia.
Es cierto que corremos el riesgo de ser traicionados. Cristo lo fue. Pero hay que arriesgarse porque es voluntad de Dios que no vayamos solos por la vida, sino acompañados de nuestros amigos, y que con ellos lleguemos a las puertas del Paraíso.


lunes, 3 de agosto de 2015

Enseñanzas del Evangelio...


Enseñanzas del Evangelio

Dios: el mayor amor.
El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. (Mt 10, 37).
Enseñanza:
El Señor nos recuerda que el primer mandamiento es amar a Dios con todo nuestro ser, y que el amor de los hijos a los padres y de los padres a los hijos viene en segundo lugar, pues es el cuarto mandamiento de las tablas de la Ley.
Jesús nos quiere decir que, en caso de que se opongan nuestros amores: a Dios, y a los padres o hijos, tenemos que preferir sin vacilar, el amor a Dios.
Porque hay que saber que el demonio usará contra nosotros cualquier argumento con tal de sacarnos del camino que lleva al Cielo, e incluso puede servirse de nuestros afectos más nobles, para ponerlos por delante como obstáculos que nos impidan cumplir la voluntad de Dios.
Así que debemos estar dispuestos a renunciar a todo, incluso a nuestros mayores y más buenos afectos, con tal de ser fieles a Dios y amarle por sobre todo y sobre todos.
Es que en Dios lo tenemos todo, y si perdemos parientes y afectos en este mundo, teniendo a Dios con nosotros, en realidad lo tenemos todo, porque el Señor nos puede devolver en el Cielo todo lo que hemos “perdido” en este mundo.
Esto se entiende mejor cuando se tiene una idea cabal de que la vida sobre la tierra es un tiempo de prueba, y no es para que nos anclemos aquí, sino para aprovecharla bien y ganarnos el Paraíso.
También Jesús tuvo que renunciar al amor de su Madre, y despedirse de Ella para ir a predicar, y causarle dolor cuando se quedó en el Templo a los doce años, y cuando debió cumplir la Voluntad del Padre eterno que le mandaba sufrir y morir por todos los hombres. Y más bueno que Jesús no hubo nadie, y más buena que María tampoco, y sin embargo ambos supieron separarse, renunciarse, para seguir la voluntad de Dios.

domingo, 2 de agosto de 2015

El Evangelio...


Evangelio para los padres

Valientes.
Vemos en un pasaje del Evangelio que, cuando se acercaba el tiempo de la Pasión del Señor, Jesús iba al encuentro del dolor, y se adelantaba a sus discípulos, y con mucha valentía subía a Jerusalén. La Virgen ayudó mucho a la formación de Jesús, para que sea un hombre valeroso .
Los padres tienen que educar a sus hijos para que sean valientes, que no sean miedosos, porque todos en la vida debemos subir el camino empinado de nuestro propio vía crucis, y mucho nos ayudará el hecho de que nuestros padres nos hayan enseñado el coraje y la valentía.
Claro que los padres tienen que ser ellos mismos valientes para poder infundir valor en sus hijos. Y no es necesario que los padres sean valientes de nacimiento, sino que es algo que se puede adquirir con trabajo y ayuda de Dios.
Pero también hay que enseñar a qué hay que tenerle miedo y a qué no. Por ejemplo se deberá inculcar a los hijos el horror al pecado, incluso al más leve. Pero no se debe infundir el miedo a la muerte corporal, que es un paso a la eternidad.
Ya lo dice el Señor en su Evangelio: que no temamos a quienes matan el cuerpo, sino más bien a los pecados y vicios que pueden matar el alma y arrojarla al Infierno.
Todos los padres, quién más, quién menos, deberán trabajar esta virtud de la valentía, porque nunca será suficiente el inculcar valor a los hijos, que tienen necesidad de valor para afrontar todos los reveses de la vida.